Lluís Bassets
?Por primera vez en tres años desde que empezó la crisis financiera un líder europeo ha hecho algo inteligente y sorprendente?. Lo firma Wolfgang Münchau, en el Financial Times, y el líder en cuestión es ni más ni menos que José Luis Rodríguez Zapatero. La presidencia semestral española de la Unión Europea, que termina el último día de junio, ha permitido al menos el milagro portentoso de que el diario que empezó dudando de la capacidad de Zapatero para comandar los destinos de los 27 termine coronándolo como líder excepcional por su inteligencia y capacidad de sorpresa. ¿Qué ha sucedido? ¿O acaso no sabemos valorar en casa lo que tenemos?
La decisión unilateral de publicar los resultados de las pruebas de solvencia (stress test) realizadas a los bancos españoles, desencadenando así su publicación por parte de todos los países, incluyendo los bancos alemanes, es lo que ha suscitado la aprobación admirativa del célebre columnista del FT por el salto adelante que ha significado para la UE en cuanto a transparencia de sus instituciones financieras. Si se suma esta decisión a la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera por valor de 750 millones de euros como fondo preventivo ante cualquier insolvencia de las finanzas públicas, y se le añaden numerosas decisiones de estrechamiento de la vigilancia presupuestaria y financiera, control de fondos especulativos y agencias de rating y primeras incursiones en una nueva fiscalidad sobre los bancos y sobre las transacciones, tendremos uno de los paquetes más trascendentales de la construcción europea desde la creación del euro.
Hace falta que todo esto culmine, pero de momento Zapatero ya se ha apuntado el tanto que le reconoce Münchau sobre la transparencia y otro igual o más importante que nadie sensatamente puede hurtarle con este final trepidante y exitoso de su semestre presidencial: ha sido como en un largo partido de baloncesto en el que iba perdiendo por dos puntos hasta el último segundo cuando consiguió una cesta de tres antes de que sonara el silbato de final de partido. Hemos rozado la catástrofe, de eso no hay lugar a duda; y el sólo hecho de evitarla es en sí mismo un enorme éxito. Se ha ganado el partido y el play-off.
Además, antes de empezar la presidencia habíamos situado el listón de las expectativas a una altura absolutamente fuera de toda lógica. Parecía que en estos seis meses Zapatero iba a cambiar Europa e incluso el mundo y el universo si nos atenemos a las palabras grandilocuentes de Leire Pajín. Iba a hacerlo, ciertamente, en un momento especialmente difícil: justo cuando empezaba a aplicarse el Tratado de Lisboa, con la definición de los nuevos cargos que le dejaban sin protagonismo en el Consejo Europeo; justo también cuando el nuevo mundo multipolar, con los BRIC en cabeza, empezaban a arrinconar a Europa en las grandes negociaciones y tratos internacionales; en pleno desfallecimiento de las ideas y los liderazgos europeístas y durante el despliegue de la presidencia de Barack Obama. Pero así empezó Zapatero, tan campante, con su sonrisa feliz frente a todo.
Al final, ha sido la presidencia europea la que ha cambiado a Zapatero y le ha hecho caer del guindo en que se había instalado, sin reconocer la crisis, anunciando brotes verdes y negando las evidencias cada semana. Se lo reconoció con otras palabras a su comensal de cabecera: ?Íbamos a reformar los mercados y los mercados nos han reformado a nosotros?. Este efecto de la presidencia europea sobre Zapatero es, junto a la cumbre de clausura que ha enderezado el rumbo económico, lo mejor del semestre europeo que ahora concluye. El presidente tiene ahora peor imagen y terribles pronósticos electorales, pero sin duda alguna es mucho mejor presidente que en enero cuando inauguró la presidencia europea o se sentó en Davos a negarlo todo ante los periodistas de todo el mundo, los del FT incluidos.
(Enlace con el artículo de Münchau).