
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Es más que notable que una de las tres debilidades actuales de la política exterior norteamericana, según diagnóstico de un analista tan destacado y bien informado como el ex consejero nacional de Seguridad de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, tenga que ver directamente con ?el declive acelerado en la circulación de los diarios y la trivialización del reporterismo televisivo, antaño informativo?. Este fenómeno conduce a que ?noticias fiables y a tiempo sobre los problemas más serios se hallan cada vez menos a disposición del público? y, en cambio, ?soluciones formuladas en términos demagógicos se convierten cada vez en más atractivas, especialmente en los momentos difíciles?. La consecuencia de todo ello, que le permite a Brzezinski su original conclusión, es que ?entre todos los grandes países democráticos, Estados Unidos tiene uno de los públicos menos informado cuando se trata de los asuntos internacionales?.
Esta observación parece venir al pelo también para la opinión pública española, justo en el momento en que España va a hacerse cargo de la presidencia semestral de la Unión Europea, en un momento tan decisivo como es la aplicación y puesta en marcha de las instituciones del Tratado de Lisboa. Pero lo curioso es que también vale una de las otras dos causas esgrimidas por el experto en política mundial como es la profundización en la polarización política, que impide la realización de políticas de consenso (bipartidistas en Estados Unidos) y anima, a su vez, ?a la infusión de demagogia en los conflictos políticos?. Tan es así que, en el caso español, la firma de un acuerdo sobre la presidencia española no impide que gobierno y oposición sigan tirándose los trastos a la cabeza por cualquier motivo, incluidos todos los que tienen que ver con la política exterior.
La tercera causa o ?debilidad sistémica? de la política exterior norteamericana, citada por Brzezinski como la primera de todas, es quizás la más genuina y de difícil traslación, pero no menos interesante para el observador. Se trata de la creciente influencia de los lobbies o grupos de presión en lo que concierne a la política exterior, lo que conduce a que el Congreso ?no tan sólo se oponga activamente a las decisiones políticas sino que incluso imponga algunas al presidente?. El veterano experto no se refiere a la presidencia norteamericana en general, sino a la de Obama en particular y con tintes abiertamente pesimistas.
?En la campaña por la presidencia, Obama ha probado que es un maestro a la vez en la conciliación social y en la movilización política?, asegura. Pero añade que ?no ha hecho todavía la transición desde el orador inspirado hasta el estadista efectivo?. Estas observaciones aparecen en un artículo que publica en su próximo número de enero/febrero la revista Foreign Affairs y que constituye un serio varapalo para la presidencia de Obama, en el que se le reprocha que no haya sabido aprovechar el primer año en la Casa Blanca para hincar el diente a los principales problemas mundiales, debido sobre todo a su concentración en la economía y en la reforma del sistema de salud.
(Enlace con el artículo, de pago).