
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
¿Oyeron esas historias que suelen contar los escritores sobre la angustia que les produce entregar sus textos a la imprenta? Pues bien: todas verdaderas.
La desconfianza que despiertan esas quejas está más que justificada. Los escritores somos tan narcisistas y dados a la autoconmiseración que nuestro destino se parece al del protagonista de Pedro y el lobo: nos quejamos tanto y por tan poca cosa, que el día que tengamos motivos válidos para lamentaciones nadie va a escucharnos. Por lo demás, la edición de nuestras obras debería ser un tiempo de goce y no de sufrimiento. ¿Quién en su sano juicio podría creer que la pasamos mal?
Y sin embargo…
Por favor, entiéndanlo: no hablo de una angustia desgarradora, ni siquiera de insomnio. Hablo de una modesta sensación de vértigo, parecida –perdón por lo elemental de la comparación, pero ocurre que es muy gráfica- a la que nos embarga cuando se aproxima la hora de dar a luz. Por supuesto que se trata del momento esperado que dará lugar a una felicidad inconmensurable. Pero a medida que el reloj avanza, las pequeñas dudas comienzan a acosarnos. ¿Y si algo sale mal? ¿Estará sana la criatura, tendrá todo lo necesario para vivir plenamente? ¿Y si se les escapó algo durante las ecografías? ¿Será posible que se hayan equivocado en la lectura del sexo? (A un amigo mío le pasó: esperaba a Juan y salió Victoria.) En suma: esperamos y tememos casi con la misma intensidad –y en ambos casos, por buenas razones.
Borges solía decir que uno deja de corregir sólo cuando el original va a parar a la imprenta. Es así en efecto: desprenderse de la novela supone dejar de perfeccionarla, aceptar que ya no será la versión ideal sino apenas aquella a la que conseguimos arribar a duras penas. Y esto, en el contexto general de la creación, que es positivo en un noventa y cinco por ciento, se vive como una pequeña muerte.
En estos días estoy atravesando ese proceso con mi última novela, Aquarium, que se editará en la Argentina en un par de meses. Dado que este asunto del blog tiene mucho del ‘crecer en público’ del tema de Lou Reed, se me ocurrió que podía interesarles compartirlo conmigo.
Los tendré al tanto.