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Cumbres de desconfianza

Por 3 de febrero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

Davos, como París, no termina nunca. Un día contaré mis visitas al Museo Ernst Ludwig Kirchner, el expresionista alemán cuya última etapa pictórica (de menor calidad, todo hay que decirlo) se identifica con la estación suiza. Otro quizás podría regresar a ‘La Montaña Mágica’, a los debates entre Naphta y Settembrini por la Promenade entre el Belvedere y el Casino, la calle ahora abarrotada donde hace exactamente cien años, entre 1908 y 1914, transcurre la acción de esta novela absolutamente fundamental para entender el siglo XX. Otro más, al debate filosófico más famoso de la época de entreguerras, el que sostuvieron el neokantiano Ernst Cassirer y el existencialista Martin Heidegger, en la primavera de 1929, hace 80 años, poco antes de la toma del poder por el nazismo. Hay un hilo secreto que conecta todos estos debates, incluyendo los actuales, en este remoto valle alpino donde el aire es purísimo y se puede conseguir, cuando no quedan turistas ni congresistas, una especial sensación de desconexión del mundo real. Quizás algún día me ocuparé de todo ello.

De momento, quiero tirar de otro hilo que también hace inacabable la historia de Davos: sus debates, los documentos que se elaboran y presentan, y el conjunto de las actividades que rodean al Foro Económico Mundial darían para mantener un blog permanentemente abierto. No lo haré, por supuesto, porque ni me corresponde ni voy a dedicar en exclusiva mi actividad a una institución ajena. Pero sí sacaré todavía algún partido más de algunos papeles y datos de este Davos 2009 tan polémico y sombrío, pero a la vez creativo y sugerente. En concreto de la presentación de un barómetro sobre la confianza en las empresas y los gobiernos presentado bajo los auspicios del Financial Times por la agencia de relaciones públicas Edelman. Veamos.

Edelman viene realizando este barómetro desde hace diez años y lo hace a partir de una encuesta en la que se entrevista durante media hora a casi 4.500 personas con estudios universitarios, rentas altas y consumidores de medios de los países más significativos. Del texto de presentación del estudio se desprende una fuerte caída de confianza en las empresas, los medios y los gobiernos. Esta caída es más fuerte todavía en Estados Unidos, donde la confianza en los negocios ha bajado en un año del 58 por ciento al 38, empezando por la banca (baja del 69 al 36 por ciento) y el automóvil (del 60 al 33 por ciento). En los tres principales países europeos industrializados (Alemania, Reino Unido y Francia), la confianza en los negocios se mantiene para el 36 por ciento de los encuestados, en contraste con China (donde ha subido del 54 al 71 por ciento) o en Brasil (del 61 al 69 por ciento).

Pero ahora viene el capítulo que merece mayor atención para mi gusto. Muchas veces los periodistas nos hacemos eco de la necesidad proclamada por unos y otros de recuperar la confianza para salir de la crisis, pero no nos damos cuenta de dos cosas: que los medios también atraviesan una crisis, en algunos casos tan profunda que algunos la consideran mortal; y que esta crisis también es una crisis de confianza. La caída de la confianza en los semanarios económicos es del 57 al 44 por ciento y en los informes y análisis de bolsa del 56 al 47 por ciento. La confianza en la cobertura de noticias por televisión ha caído del 49 al 36 por ciento y en los periódicos, atención, del 47 al 34 por ciento. Fíjense que sólo la industria del automóvil suscita menos confianza que los diarios.

Pero no nos angustiemos: siempre hay alguien peor. En Estados Unidos sólo un 17 por ciento confía en la información que tiene como fuente al propio CEO de la compañía, mientras que, por el contrario, si se trata de un académico o un experto quien proporciona información al público, entonces hasta un 59 por ciento manifiestan que confían en ella. Recuperar la confianza ha sido la vasta tarea que se han impuesto unos y otros en Davos. Los periodistas deberíamos añadirnos también a esta manifestación de piadosos deseos. Pero a la vez deberíamos empezar por indagar y saber primero el por qué nos sucede esto y luego ver cómo se hace y hacerlo. Se admiten sugerencias.

[ADELANTO EN PDF]

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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