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Will Eisner y The Spirit

Por 28 de diciembre de 2008 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Edmundo Paz Soldán

Tuve una infancia con pocos superhéroes. Por ahí estaban Superman y Batman, y a ratos aparecía la Mujer Maravilla. Ahora que los superhéroes están de moda y parecen haberse vuelto la única razón para ir al cine, la proliferación es tal que ya no es fácil saber cuál de ellos cuenta de verdad. The Hulk, The Punisher, el Hombre Araña, Hellboy, Iron Man, Daredevil…

Un crítico español, Jordi Costa, me dijo que el más importante de todos era The Spirit, pero sólo el dibujado por Will Eisner. The Spirit fue creado en 1940, pero Eisner lo dejó en 1942 para participar en la segunda guerra mundial; Eisner vuelve a hacerse cargo de la tira cómica a principios de 1946, hasta su fin en 1952. Ésos son los años gloriosos de The Spirit.

Eisner no quería un superhéroe, así que no consideró un disfraz para él; utilizó a Cary Grant como modelo para la forma en que se vestía The Spirit, con traje elegante y sombrero. A insistencias de su jefe, le dibujó un antifaz. The Spirit carece de la parafernalia de superpoderes de sus compañeros en la lucha contra el mal en Central City; al comienzo tenía un auto volador, pero cuando Batman introdujo su batimóvil, Eisner decidió dejar a su héroe sin auto. Y tiene a su Robin en Ebony White, un chiquillo que, debido a su habla ininteligible y la forma estereotipada con que sus labios y ojos eran dibujados, motivó que Eisner fuera atacado por caricaturizar a los negros. Con los años, Ebony White se va sofisticando; hay un capítulo incluso en que se despide de la serie y se va a "perfeccionar"su lenguaje.

La grandeza de Eisner no está en haber creado un personaje complejo, lleno de luces y sombras a la manera de Batman, sino en haber explotado al máximo el arte secuencial de la tira cómica para contar relatos sofisticados. En buena parte de las 645 historias publicadas de The Spirit, Eisner encuentra soluciones originales para el medio gráfico, y convierte a la serie, en palabras de Jordi Costa, "en un curso enciclopédico sobre las posibilidades del medio". Unos cuantos ejemplos bastan: en "The Killer", el relato está narrado desde la perspectiva de un asesino; en "Two Lives", la historia se bifurca en dos líneas paralelas que terminan entrecruzándose; en "Rat-Tat", Eisner nos cuenta la historia de una ametralladota de juguete; en "The End of the World", Eisner dibuja un meta-comic sobre el fin del mundo.

Otro meta-comic clásico es "Magnifying Glasses", en el que un juguete de The Spirit ayuda a capturar al criminal. Imaginemos la audacia de Eisner: ¿un muñeco de peluche de Batman capaz de dar fin con el Joker? Eisner se adelantó tanto a su tiempo que The Spirit se convirtió en un comic de culto, desempolvado en los años ochenta y listo para encontrar una nueva audiencia en esta década. El problema es que la película de Frank Miller se queda con el lado más convencional del héroe, y lo convierte en un Batman sin gracia, al estilo del de los años ochenta. Están las archivillanas sexy que también son parte de la leyenda (Sand Saref, Silken Floss), pero no el toque surreal de Eisner.

Eisner no sólo no quería un superhéroe, sino que, a medida que avanzaba la historia, en muchos relatos incluso prescindía de The Spirit; sus luchas contra el crimen eran secundarias en relación a la acción principal. "The Story of Gerhard Shnoble", mi relato favorito, es emblemático al respecto. Shnoble es despedido del banco en el que trabaja; desesperado, quiere demostrarle al mundo que puede ser famoso. Y recuerda que de niño sabía volar. Se sube a un edificio de Central City y se tira de la azotea en el momento preciso en que, en el background, The Spirit lucha contra los hombres que robaron el banco (hecho por el cual Schnoble fue despedido). Mientras The Spirit va ganando la pelea, Shnoble vuela en torno al edificio. De pronto, un disparo accidental de uno de los ladrones da fin con Shnoble. Shnoble se estrella contra el piso sin que nadie se haya enterado de su proeza.

(La Tercera, 29 de diciembre 2008)

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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