Lluís Bassets
I can take only germans. Esta frase del cónsul aleman en Mumbay, que ha repetido el eurodiputado Ignasi Guardans a su vuelta de la India, debiera convertirse en el símbolo del mal camino que ha emprendido Europa en los últimos años. El diplomático alemán se sacó las pulgas de encima a la hora de echar una mano a los ciudadanos europeos de nacionalidad distinta de la suya desalojados de sus hoteles por el ataque terrorista y lo hizo con tan mala fortuna como para sintetizar en una sola frase todo lo que Europa no debe ser. Aquí, tan castizos, la mitad de los medios de comunicación siguen ahora mismo polemizando sobre los calcetines de la señora Esperanza Aguirre y a denostar a quienes la han criticado, Ignasi Guardans entre otros. Pero el verdadero problema que se revela en Mumbay es que la Unión Europea no existe ni siquiera como una exigencia de mínima solidaridad por parte de los diplomáticos de cada país con los ciudadanos de otro país socio.
Es evidente que el conjunto de los diplomáticos de los 27 socios de la UE debieran hacerse cargo en situaciones parecidas de todos los ciudadanos europeos, para protegerlos y ayudarles como si fueran ciudadanos de su propio país. Una UE que no sea capaz de alcanzar ni siquiera este nivel de cooperación entre sus socios no merece lucir el título de tal unión. En el caso del diplomático alemán no cuenta ni siquiera con la disculpa que podría valer para los nuevos países socios, que se han incorporado muy recientemente cuando la pasión europeísta estaba ya decayendo. Tampoco ha funcionado correctamente la presidencia francesa de la UE, según Guardans, que trató a los ciudadanos europeos como a niños, sin darles explicación alguna.
Alemania es un país fundador y sus relaciones con España han sido cruciales en la modelación de la UE en los últimos 20 años. Un país tan potente y en tantas cosas ejemplar no puede dejar pasar un ejemplo tan poco recomendable sin alguna clarificación. Pero lo más importante sería que las instituciones europeas, el Parlamento donde se sienta Guardans, por supuesto, pero también la Comisión y el Consejo tomaran cartas en el asunto y se tomaran decisiones para garantizar en el futuro la cobertura y la protección de todos los europeos por parte del conjunto de las representaciones diplomáticas en el exterior de Europa.
Sobre esta cuestión nada ha dicho hasta ahora la presidenta de la Comunidad de Madrid, ocupada fundamentalmente de sus calcetines y de la misa que ha encargado para hoy, según cuenta Abc, coincidiendo con la "Festividad de San Francisco Javier, Patrón de la India" en una iglesia madrileña. "Tuvimos la inmensa suerte de salir indemnes todos los españoles", dijo la presidenta. Y remachó sin rebozo: "Fue un milagro". Lleva razón: sin Unión Europea y con la presidenta madrileña apresurada en ocuparse de sí misma y de sus calcetines, es verdaderamente un milagro que todos los españoles atrapados en Mumbay hayan podido salvar sus vidas.