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Sin tapabocas

Por 8 de mayo de 2009 diciembre 13th, 2021 Sin comentarios

Xavier Velasco

Cuidado con la vida. No es sencillo vivir en el mero epicentro de la histeria y conservarse ajeno a su dinámica, pero un asceta al menos debería intentarlo. Para el caso, llevo meses en cuarentena, tal vez en previsión de que la realidad me infecte la ficción en proceso. Ahora, con la ciudad medio dormida, salgo por ratos cortos, de mañana, sin deshacerme de las sandalias ni cambiar el bermudas por el pantalón largo. Un outfit decididamente motivacional, en el reino de las bocas tapadas.

     De pronto ni siquiera voy de compras. Vago sin rumbo por el puro deleite de recorrer las calles más temidas del mundo y hacer burla secreta de tanta paranoia planetaria. Ir y venir por la avenida de los Insurgentes a ochenta o cien kilómetros por hora deja los nervios flojos y maleables como una viborilla de grenetina. En otras circunstancias, con más de treinta grados a la sombra y en mitad de Insurgentes embotellado, vendría blasfemando como un condenado. Hoy me siento tentado a bajar el cristal y decirle a este monstruo de ciudad lo linda que se ve, de repente. Da trabajo pensar que hay por ahí neuróticos que lo imaginan a uno nadando en microbios.

     Mentiría si dijera que no estoy preparado para estas contingencias. Tengo siete bermudas de diversos colores y diseños de gran efecto anímico; los llevo como medida preventiva previa al tapabocas (la primera y última vez que me puse uno estaba de visita en una sala de terapia intensiva). Si me diera por asumir posturas al respecto, imprimiría una playera, en fuente Arial Bold de 96 puntos, con la siguiente provocación:

 

Antes morir de bermudas
que vivir con tapabocas.

 

     Hoy he escogido entre un bermudas impreso con pericos multicolores y otro más sobrio, con palmeras escasas sobre la tela blanca. Como era de esperarse en una cuarentena tan severa, ganó el de los pericos por un amplio margen. Si ya me van a ver con desconfianza porque no traigo máscara antigases, mínimo que les quede clara mi alegría. Qué palabra curiosa, alegría. Mueves dos letras y se vuelve alergia.

     Llego al banco pasadas las diez de la mañana. Bajo del coche con el aire frío en el número dos hacia el calor del estacionamiento, y de ahí una vez más al clima artificial. Me viene, en consecuencia, una cierta la cosquilla a la nariz, pero me niego a ver las caras de terror de los presentes si me atrevo a soltar el estornudo. No acabo de creer que aun en medio de esta mañana esplendorosa cause menos temor la lepra que el catarro. Vamos, que ya el primer amago de tosido lo convierte a uno en apestado instantáneo.

     Vuelvo a la madriguera, donde llegado el caso estornudo cuanto me da la gana sin que nadie me plante la señal de la cruz. Enciendo el aparato, suelto un par de tosidos sólo por darme gusto y oprimo play sin más preocupaciones. Transfusión de magia pura para el corazón, arranca una romanza con palabras que hace ya días se me ha metido en la cabeza como uno de esos virus cariñosos que te llevan flotando de la mañana a la tarde a la mañana a la tarde, horas y horas que van y vienen plácidas, mientras afuera el mundo continúa temiendo que un catarro termine con el mundo.

     Cuidado con la vida, insisto, que es mortal.

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Xavier Velasco

Xavier Velasco entiende la novela como un juego inocente llevado por placer hasta sus más atroces consecuencias. Sintomáticamente, dedica las mañanas a meterse en problemas por escrito y las tardes a intentar resolverlos brujuleando entre calles y avenidas de la siempre auspiciosa ciudad de México. Disfruta especialmente de la amistad perruna, el olor de la tinta y el alquiler de scooters en ciudades psicóticas. Obtuvo en 2003 el Premio Alfaguara de Novela por Diablo Guardián y es autor de Cecilia (novela), Luna llena en las rocas (crónicas de antronautas y licántropos, Alfaguara, 2005), El materialismo histérico (fábulas cutrefactas de avidez y revancha, Alfaguara, 2004) y la novela de infancia Este que ves (Alfaguara, 2007). En su blog literario La leonina faena (www.xaviervelasco.com) afirma: "Nadie puede decir que una novela es suya si antes no se le ha dado por entero".

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