Xavier Velasco
Perder la compostura, los estribos, la razón, la inocencia, el estilo, el miedo, la vergüenza, la fe, la admiración, la vertical, el alma, el tiempo, la esperanza, la memoria, el sentido, la cabeza, la honra, la paciencia, las ganas, el cariño, el asco, el rastro, las creencias, las formas, el derecho, la gloria, el piso, el interés, los escrúpulos, la confianza, el rencor, la batalla, el respeto, la Perder la compostura, los estribos, la razón, la inocencia, el estilo, el miedo, la vergüenza, la fe, la admiración, la vertical, el alma, el tiempo, la esperanza, la memoria, el sentido, la cabeza, la honra, la paciencia, las ganas, el cariño, el asco, el rastro, las creencias, las formas, el derecho, la gloria, el piso, el interés, los escrúpulos, la confianza, el rencor, la batalla, el respeto, la discusión, la pasión, la ocasión, la visión, el hilo, la conciencia, el contacto, el pudor, el conocimiento, la curiosidad, la costumbre, el orgullo, el control, la objetividad, la pista, los complejos, la guerra, la estimación, el juicio, el resquemor, la ambición, la partida, la noción de perder.
Perder por condición, por karma, por knock out, por default, por penal, por muerte súbita, por sistema, por distracción, por años, por nada, por torpeza, por no dejar, por puntos, por la fatalidad, por coincidencia, por amor, por capricho, por un pelo, por una nariz, por lógica, por caridad, por suerte, por vanidad, por gusto, por descuido, por azar, por deporte, por regla, por vértigo, por celos, por cansancio, por hoy, por disciplina, por placer, por piedad, por coraje, por vicio, por principio, por trampas, por celos, por temor, porque sí, por idiota, por las prisas, por equis causa, por si las moscas, por amor al arte. Y perder por perder por perder por perder por perder, no faltaba más.
Perder al infinito, en espiral. Aprender a perder, perfeccionarse. Cargarse de razones para seguir perdiendo. Encontrarle a perder el lado romántico. Malograrse en secreto. Flagelarse en público. Boicotear sutilmente todo amago en sentido contrario. Rechazar con vehemencia la humillación de ser rescatado. Encontrar un orgullo en caminar de frente hacia el colapso. Creer al fin que así, perdiendo por perder, se logra cuando menos echarle en cara al mundo su desdén.
El de perder es un vicio sencillo y barato, cuyo torcido sex-appeal es para muchos tan inexplicable como el imán de la ruleta rusa. Perder por darle gusto a Narciso, que cual buen fan perdido se conforma con poco. Perder para poder colgarse la cómoda etiqueta de subterráneo vocacional. Perder sobre la mesa y ganar debajo de ella. Perder y extorsionar, jugar a ser el débil para así cobrar fuerza. Perder por estrategia, con las cartas marcadas. Perder con la avidez del ganador perpetuo. Perder pistola en mano, disparando.
A veces, de mañana, uno debe enfrentarse a un personaje que ha contraído el vicio de perder. Lo cual quiere decir perder con él y, si es posible, rescatarse a tiempo. Pensar: yo soy el narrador, ni modo que me muera a media historia. Usar el propio vicio como salvoconducto. A veces, sin embargo, me pitorreo de él, o hasta de todos ellos. Victimistas de mierda, les digo, pónganse a trabajar. Pero no me hacen caso, insisten en llevarme a su sepelio. Hoy el protagonista se puso en ese plan y lo dejé con la queja en la boca. Tanto trabajo para crear un pícaro y en la primera curva se me convierte en extorsionador moral. Le he dejado bien claro que no negocio con chantajistas, y acto seguido me largué a la calle.
Escaparse de una novela en proceso es tan fácil como vender al amor de tu vida en un mercado de esclavos, pero eso no lo saben los personajes. De pronto necesito que se miren hundidos y a solas, y se aterren. Después correr, nadar, bucear tras ellos, traerlos de regreso e insuflarles aliento a golpes en el tórax. Cuando los veo moverse, respiro junto a ellos. Me entrego entonces a contar o contarme, con mal disimulada desesperación, otro pedazo de su historia perdida. Para ver si así tienen algo que perder.