Skip to main content
Blogs de autor

Llena eres de nada

Por 29 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Xavier Velasco

Es sábado, camino del aeropuerto. Diría que vengo huyendo de Madonna, pero es un hecho que no lo consigo. Como tampoco pude, hasta hoy, remediar el vacío que me deja el empeño de escucharla. Sé que es una mujer muy admirada, si bien no por motivos musicales. Como los beisbolistas, Madonna impacta a sus admiradores a partir de sus cifras. En cada sitio donde se aparece, la cantante puede contar de antemano con una corte de entusiastas numerólogos listos para contarle a quien le interese cuánto van a costar esta vez sus caprichos de estrella inmarcesible. Esos, pues, son los highlights, ninguno de los cuales alcanza para disuadirme de una idea más bien incómoda: sigo pensando que la gran Madonna y todo su espectáculo son más baratos que unas sardinas en oferta. 

     Entiendo lo difícil de mi postura. Ayer mismo leí que un boleto de 4,500 pesos para el concierto de la noche de hoy se está vendiendo por internet a sólo $20,000.00. Es decir, 1,486 dólares, o en su caso 1,171 euros. Algo así como un millar de latas de sardinas a su precio normal. Una vez instalados en un tipo de cambio verosímil, me declaro renuente a entregar más de tres latas de sardinas a cambio de uno de esos boletos; y eso porque son de adelante, que por los más baratos -algo más de veinte euros cada uno, elevados por la reventa al cuádruple de ese precio- no doy a cambio ni una lata vacía.

     No es la primera vez que Madonna canta en México. De sus conciertos en 1993, lo único en verdad impactante fue aquel pobre infeliz que brincoteaba con La isla bonita cuando una sobredosis de caspa de Satanás le provocó un paro cardíaco terminal, del que apenas supieron sus vecinos de butaca. Me lo contó una entre ellos, compungida no sé si por el trágico incidente o porque después de eso no le alcanzó el humor para quedarse. Tiene esa cualidad, la cocaína: llena de nada los espacios que ocupa, empezando por el cerebro del usuario. Y algo hay en esta estrella calculadora -su impostación brutal, su frialdad impasible, su provocación fácil- que le hace muy soluble con ésas y otras naderías afines. Qué quieren que les diga, siempre he creído que esta señorita prefiere que la miren a que la escuchen.

     La he llamado cantante con un convencimiento francamente flaco. Lo que veo, en todo caso, es a una mercadóloga de gran olfato. Como dicen los gringos, good for her. Como dice mi padre, ¿y a mí qué? Quienes la admiran gustan de encomiar sus dotes de estratega, pues de lejos se nota lo que de ella dijo una vez Almodóvar: nadie había hecho tanto con tan poco. No dudo que todavía hoy abundan las legiones de ñoños indignados por blasfemias de mera pacotilla como ese detallito de aparecer crucificada en el escenario, ni ignoro que son ellos sus mejores publicistas. La encuentro, sin embargo, tan sustanciosa y plena como el alegre jingle de un viejo detergente, aunque sin las ventajas que ofrece el detergente.

     Nada de esto se lo puedo confesar al taxista, que insiste en recetarme una estación de radio donde Madonna suena sin cesar, mientras yo me defiendo subiéndole el volumen a mi música, pero difícilmente me alcanzan los audífonos para sacar de ahí la voz tipluda de la estratega. Intento combatirla con una dosis de My Chemical Romance, pero la nada gana en estridencia. Se va metiendo como una punzada, quiere que la compremos a cualquier precio. Ya en el avión, lo pienso una vez más y retiro la oferta de hace tres párrafos. Perdón, pero me quedo con las sardinas.

profile avatar

Xavier Velasco

Xavier Velasco entiende la novela como un juego inocente llevado por placer hasta sus más atroces consecuencias. Sintomáticamente, dedica las mañanas a meterse en problemas por escrito y las tardes a intentar resolverlos brujuleando entre calles y avenidas de la siempre auspiciosa ciudad de México. Disfruta especialmente de la amistad perruna, el olor de la tinta y el alquiler de scooters en ciudades psicóticas. Obtuvo en 2003 el Premio Alfaguara de Novela por Diablo Guardián y es autor de Cecilia (novela), Luna llena en las rocas (crónicas de antronautas y licántropos, Alfaguara, 2005), El materialismo histérico (fábulas cutrefactas de avidez y revancha, Alfaguara, 2004) y la novela de infancia Este que ves (Alfaguara, 2007). En su blog literario La leonina faena (www.xaviervelasco.com) afirma: "Nadie puede decir que una novela es suya si antes no se le ha dado por entero".

Obras asociadas
Close Menu