Xavier Velasco
¿Y ustedes qué dijeron? ¿"Éste ya se largó"? Pues no, aunque a veces ocurre que uno se pierde. Yo no sé si por gusto o por vocación, pero algunos tendemos a desaparecernos sin dejar ni rastro. Porque sí, o porque no, o porque la existencia peca de impredecible y quién es uno para contradecirla. Vamos, no es que no tengas las mejores intenciones de estar a todas horas donde deberías, y puede que te lo hayas propuesto con los ojos cerrados y la mano en la Biblia, pero como bien dicen, shit happens. Dejamos incompleto el paisaje al que se suponía que pertenecíamos, acaso porque hay algo allá afuera que intuimos necesario para completarnos.
Antiguamente las personas se desaparecían por horas, días o semanas y nadie parecía sorprenderse. Hoy día, nunca falta quien patalea y se esponja porque no da contigo en el celular, o porque te mandó un e-mail a las dos de la tarde, ya casi dan las tres y aún no te has dignado responder. "¿Qué se cree este mamón?", respingan y ya piensan en borrarte de su lista. Castigo que, a todo esto, conlleva algunas recompensas socialmente incorrectas, más todavía si no se ha perdido uno contra su voluntad, ni a solas, ni piensa aparecerse en un buen rato. Se disfruta no sólo de la libertad de saberse perdido e inencontrable; también de imaginar la indignación de esos probables perseguidores que insisten en negarle a uno el derecho a ser uno y esfumarse.
"¿Dónde andará este escuincle, con un demonio?", repelaba mamá y uno la contemplaba desde su escondite, reprimiendo la risa y de paso el aliento. "Díganle a Perengano que está reprobado", sentenciaría el maestro mientras uno atendía a la clase de billar, asignatura básica en la universidad de la vida. "¡No quiero que me vuelvas a llamar!", grita el contestador telefónico y uno entiende que la última parranda terminó por dejarlo inapelablemente soltero. "Que dice el director de Recursos Humanos que te presentes de inmediato en su oficina", reza un post-it abandonado desde hace varios días en el escritorio, sin que uno haya hecho mucho más que leerlo con un poco de prisa y una nada de apuro. Despedí a mi patrón desde mi primer empleo, celebra la canción de Zeca Baleiro y uno, que como he dicho quiere ser responsable, se pregunta por qué jodidos le ha tocado ser justamente como uno.
Es probable que consiga explicarlo, pero la gracia está en dejarlo así. Por más que no fume uno, siempre llega la hora en que se hace preciso salir por cigarros a Hong Kong. Desconectarse, irse, morirse por un tiempo sin por ello tener que curarse en salud, darse el lujo de darle la espalda al mundo, así sea para abrazarlo después. Ahora mismo persigo a un personaje que lleva años borrado del mundo perceptible, y al hacerlo no sé sino perderme, mas creo con pasión de fugitivo que ahora, como siempre, perderse es encontrarse.
No respondo los mails. No prendo el celular. No contesto el teléfono, ni devuelvo llamadas. Soy un asco en el universo online, pero de ahí a faltar a la cita navideña ya hay demasiado trecho. Hace un año de menos dejé algunos regalos en video para los habitués de este rincón de El Boomerang, pero esta vez regreso como aquellos faroles de la calle que con trabajos traen los zapatos puestos, pero alzan la botella porque sienten nostalgia y pretenden brindar con quien se deje. Salud Guada, Tamiris, Mauligno, Gabriel, Démina, Celestina, Scarlett, Di, Kiddo, Marce, Ana, Lillies, Mita, Rosa María, Paola, Lilith, Enjouee, Geovani, Coty, Emmanuel, Jorge, York, Escarola, Evelyn, Chaviman, CadaCual, Zoch, Alicia, Mariela, Kikis, Rizzo, León, Ex-00000, Yosoyyo, Abrome, Viridiana, Luis, Mayte, Aspasia, Erika, Viridiana, Enrique, Dulce Geisha, Námor, Antifans, Arros, Ycia, Ryksz, Rana y cada uno de los otros, que no por no nombrarlos dejo de levantar este vidrio en su honor.
Hace unos pocos meses, llegué corriendo hasta el departamento de vinos y licores de una tienda y pregunté, sin muchas esperanzas, si por casualidad tenían champaña fría; un par de días después, un lector de este blog, presente en esa tienda durante aquellos momentos, creyó haberme escuchado pedir Château Lafite y así lo escribió aquí. Salud, también, por ésa y las demás confusiones sin las cuales no habría ficción posible. Y bien, es 24 de diciembre. Merry Crisis, y gracias por la paciencia.