Víctor Gómez Pin
Muerte del escritor
"Iba así enfriándose progresivamente, pequeño planeta que ofrecía una imagen anticipada de lo que serán los últimos días del grande, cuando poco a poco el calor se retirará de la tierra, y tras el calor la vida. Entonces la resurrección se detendrá, pues por muy adelante que en las generaciones futuras alcancen a brillar las obras de los hombres, nada renace ya cuando no hay hombres." (À la Recherche du Temps Perdu, La Pléiade, Paris 1987 III, 689)
Caída
"En todos los extractos de la sociedad, una vida mundana y frívola paraliza la sensibilidad y arranca el poder de resucitar a los muertos" (IV, 158)
Los cuerpos de los muertos
"Sólo hay recuerdo doloroso de los muertos. Pero estos se descomponen rápidamente y en el entorno de sus tumbas sólo perduran la belleza de la naturaleza, el silencio y la pureza del aire" (IV, 453).
Refiriéndose a los placeres mundanos ("que causan el malestar provocado por la ingestión de un alimento abyecto" IV, 454), el Narrador de la Recherche escribe que los que a ellos se entregan, pura y simplemente renuncian a resucitar a los muertos (segundo texto citado). A menos de renunciar a leer la Recherche, esta declaración ha de ser tomada muy en serio. Marcel Proust tiene una concepción radicalmente redentora de su tarea, y de hecho la palabra "resurrección" aparece múltiples veces en los párrafos en los que se reflexiona sobre la misma. Obviamente resurrección no significa aquí retorno de los cuerpos a la vida y con ello abolición del dolor de los que han amado tales cuerpos, pues el destino de los cuerpos de los muertos (segundo texto citado) es la pura corrupción.
Marcel Proust no es un negador del segundo principio de la termodinámica. La resurrección de la que nos habla es compatible con la flecha del tiempo y de hecho la presupone, como bien muestra el primer y tremendo párrafo que citaba al principio relativo a la muerte del escritor, como emblema de lo que supondrá la desaparición de la especie humana.
En la Recherche se denomina resurrección a la transformación cualitativa de algo que acompaña a los hombres en todo momento, pero que en la existencia ordinaria carece de acuidad, presenta aristas ficticias, superficiales. Lo que resucita son los contenidos de la memoria, en la medida en que ésta deja de ser una facultad asténica, es decir, en la medida en que deja de ser lo que de ordinario habitualmente designamos por memoria:
"Estas resurrecciones del pasado, en el segundo que duran, son tan radicales que no solamente fuerzan nuestros ojos para que, dejando de ver la habitación que se halla en su entorno, contemplen la ruta bordeada de árboles o la marea que sube. Asimismo fuerzan nuestras fosas nasales a respirar el aire de lugares alejados, nuestra voluntad a escoger entre proyectos diferentes, que estas mismas resurrecciones nos proponen…" (IV, 453-454)
¿Razón de esta singular vivencia? Nada misterioso y ni siquiera nada nuevo tratándose del ser humano, del ser cabalmente humano, del humano- nos dice el Narrador- que precisamente en tales resurrecciones recupera su esencia. Pues el ser humano es portador de una prodigiosa capacidad de vincular lo que se da en la presencia y lo que está ya fuera de ella, de tal manera que "el comedor marino de Balbec (…) intentaba fragilizar la solidez del palacete de los Guermantes, forzar sus puertas (…) pues siempre en estas resurrecciones el lugar alejado surgido en torno a la sensación común se superponía un instante, como un luchador, al lugar actual" (IV, 453)
Esta facultad del ser humano no es otra cosa que un expediente del lenguaje, a saber concretamente lo que el Narrador de la Recherche denomina metáfora y que trasciende lo que se entiende por este concepto en lingüística, superponiéndose a otros como metonimia etcétera y a veces confundiéndose con ellos.
La cosa es en el fondo muy sencilla: si el hombre se asume como ser de lenguaje, si en éste ve lo que constituye el rasgo que le especifica en el seno de las especies animales (en términos de Steve Pinker, su naturaleza), entonces cada vez que un contenido de lo que fue nuestra vida envuelta por la palabra se vivifica… hay resurrección: no cabe esperar resurrección del cuerpo, pero sí resurrección del contenido del recuerdo.
En la Recherche hay casi una descripción conceptual o filosófica del mecanismo que posibilita tal afortunada vivencia para el espíritu, lo que no significa en absoluto que la comprensión de tal mecanismo suponga que éste se desencadena. La idea central se despliega en el siguiente párrafo:
"Tantas veces, en el curso de mi vida, la realidad me había defraudado porque en el momento en el que la percibía, mi imaginación, único órgano para gozar de la belleza, no podía aplicarse a tal realidad, en virtud de la ley inevitable según la cual no cabe imaginar más que lo que está ausente. Mas he aquí que de repente el efecto de esta dura ley se hallaba neutralizado, puesto entre paréntesis por un expediente maravilloso que había hecho resplandecer una sensación (…) a la vez en el pasado, lo que permitía a mi imaginación aprehenderla, y en el presente, donde la real afección de mis sentidos por el ruido, el contacto de las sabanas etcétera, había añadido a los sueños de mi imaginación aquello de lo que se hallan habitualmente desprovistos, la idea de existencia.". (IV, 451).
El texto prosigue con una afirmación de tremendas implicaciones filosóficas, a saber que sólo en esta singular vivencia tendríamos acceso a la esencia del tiempo Asunto que será objeto de una ulterior reflexión: "este subterfugio había permitido a mi ser obtener, aislar, inmovilizar, algo que jamás obtiene, a saber: una brizna de tiempo en estado puro"