Víctor Gómez Pin
Un periodista catalán, de agudísima pluma y excelente información, responsable en Madrid de su diario barcelonés, terminaba hace unos días su crónica evocando "una acidez de estómago que podría acabar conduciendo a la Liga Norte de habla catalana". Creo que es la primera vez que ello es explicitado. Sombría perspectiva a la que desde Cataluña precisamente es urgente enfrentarse desde ahora, eventualmente acompañados de todos aquellos que, reivindicando la independencia de Cataluña, no quieren de ninguna manera una Cataluña que responda a tales actitudes. Recordaré al respecto algunos puntos esenciales:
La creación de la "República de Padania independiente y soberana" es anunciada por Umberto Bossi en septiembre de 2011. Las regiones septentrionales recubiertas por el nombre de Padania no tenían lengua común que hubiera que defender frente a la primacía del Italiano, ni tampoco vínculo cultural e histórico que las singularizara en el seno de Italia.
De hecho nada de ello era necesario dado que desde el origen el programa se sustentaba simplemente en el rechazo. Rechazo al vínculo entre el Norte y un Mezzogiorno al que Bossi se refería ya entonces como intrínsecamente parasitario e indigente. De ahí la actitud de distancia frente a la causa padana manifestada en aquellos años en nuestro país por los nacionalistas de Cataluña o el País Vasco, y no sólo por aquellos que, con mayor o menor retórica, reivindicaban idearios de izquierda. No recuerdo que se diera entonces declaración favorable de ningún dirigente de Convergencia, de Unió o del PNV. ¿Por qué? Simplemente porque en aquellos años la relación de fuerzas imperante en el mundo no permitía todavía (aunque ya se había iniciado el camino) que la reivindicación de la libertad de pueblos y culturas se sustentara en el repudio impúdico de comunidades menos favorecidas por el modelo de civilización fabril y el desarrollo capitalista. Gigantescos pasos en la dirección peor se han dado desde entonces, y por ello la premonición del responsable del diario La Vanguardia en Madrid resulta profundamente inquietante.
Y como antes decía es obligación moral de todo ciudadano de Cataluña el oponerse a esa perspectiva…con mucha mayor razón si se trata de un partidario de la independencia de Cataluña. Un soberanista y alguien que residiendo en Cataluña se sienta vinculado a España, son simplemente dos personas que difieren respecto al ideario político. Mas para ambos, un partidario de importar a Cataluña las ideas canallescas de Bossi es alguien a quien es imperativo moral combatir.