Víctor Gómez Pin
"Una exposición relativa a cualquier área de las ciencias físicas contendrá inevitablemente términos que forman parte del trasfondo no sólo científico sino cultural de la época en la que tal exposición se realiza.
La significación y aplicabilidad de tales términos son generalmente consideradas como algo obvio y en consecuencia no necesitadas de ulterior explicación. Y sin embargo, a intervalos temporales, nuevos conceptos surgen que desafían este orden pre-establecido de verdades y mueven a una replanteamiento radical de esos conceptos que no reflexionábamos..."
Quien así se pregunta por el ser mismo de las cosas, retomando y refiriéndose explícitamente a la interrogación de Heidegger de 1967 (Die Frage nach dem Ding) es un profesor de Física en el curso de su tarea ordinaria, es decir, impartiendo un curso relativamente avanzado de la disciplina en el Imperial College de Londres [1] El autor evoca inevitablemente la decapitación por la Teoría de la Relatividad de los presupuestos sobre los que construíamos nuestras ideas de Tiempo y Espacio, presupuestos que se revelaron ser meros prejuicios. Pero el asunto va mucho más allá.
Ejemplos de tales términos en apariencia inocuos que hoy habría que mirar con lupa antes de remitirnos a ellos serían, entre otros, observable en una entidad física, propiedad de esa misma entidad, cantidad física, medida de una propiedad, causa de un evento, efecto de tal causa, y un largo etcétera. Simplemente el honesto profesor de una disciplina especializada que es Chris J. Isham, no se siente autorizado para referirse a tales conceptos ante sus alumnos dando por supuesto que la significación de los mismos es inequívoca y que por consiguiente son susceptibles de objetivo acuerdo entre todos los seres razonables.
No es fácil encontrar en un texto técnico de Física Teórica referencias al Psicoanálisis, y menos aun referencias a un psicoanalista tan controvertido como era C. G. Jung ( que nunca he leído más que fragmentariamente y ante el que siempre he tenido más bien prevención). Por ello es tanto más sorprendente encontrar en el libro de Isham una reflexión de Jung sobre la idea de causalidad, su aleatoriedad o carencia de concepto propio o universalizable, y el modo en que esta aleatoriedad misma puede determinar hasta el desvarío la subjetividad de los seres de razón:
"De igual manera que la conducta sexual frecuentemente transforma al hombre en un monstruo, también la categoría elemental de causalidad puede llegar a adquirir los caracteres de una necesidad, una insaciable exigencia que arrastra todo consigo y para satisfacer la cual la cual las personas pueden incluso sacrificar sus propias vidas. Se trata de una infatigable pulsión que nos inflama y que hace despreciar todas las arduas tareas e imperativos de los hombres, haciendo que sonriamos ante aquello que los demás hace llorar "
Lo que Isham pone de relieve en esta cita es el enorme poder emocional que son susceptibles de vehicular las categorías más abstractas, aquellas que no son objeto de reflexión porque aparecen más bien como condición de posibilidad de la reflexión misma. Enorme poder emocional de aquellos conceptos o categorías que Ortega denominaba ideas que somos, por oposición a las ideas que tenemos, es decir, aquellas que engrasan nuestra relación cotidiana con el entorno y los demás y que en última instancia tienen soporte en las primeras.
Las ideas que somos, las ideas que dan soporte al pensamiento, no son por definición pensadas ellas mismas o sometidas a juicio…hasta que algún tipo de conmoción en el conjunto de lo sustentado en tales ideas, algún tipo de fallo en la previsible sucesión de los fenómenos o de contradicción en la descripción de los mismos, sea esta descripción ingenua o científica, hace que sintamos la imperativa necesidad de volcarnos sobre tales ideas, de convertirlas en objeto de reflexión y juicio. El ejemplo standard es el cúmulo de aspectos conflictivos en el seno de la Física que condujeron a Einstein a forjar una teoría que hacía recuperar la consistencia de la disciplina… al precio de repudiar como si se tratase de meros prejuicios las ideas preestablecidas de Tiempo y Espacio.
Decía que no es usual ver citado a Heidegger (a fortiori a Jung) en un texto rigurosamente técnico de Física. Menos usual es aun encontrar una preciosa referencia al Jorge Luis Borges de 1964, en la que el escritor se refiere a la más o menos consciente voluntad del hombre de constituirse en soporte del mundo. Guiado por tal voluntad el hombre forja imágenes de regiones, valles, montañas, barcos, islas, instrumentos de conocimiento, estrellas o galaxias, para finalmente, cercana ya la hora de la muerte, descubrir que el laberinto de rasgos que ha venido forjando sólo designa la imagen de su rostro.
Y el físico británico glosa su cita del escritor argentino poniendo el énfasis en que, en el seno de la , la Mecánica Cuántica es un emblemático territorio de la actividad humana dónde constatar que las "verdades" que creemos ser la referencia de nuestras construcciones no sólo son fruto de esas mismas construcciones, sino que precisamente por ello pueden llegar a erigirse en esas causas cargadas de peso dogmático a las que hacía alusión el texto de Jung:
"La interpretación de la teoría cuántica es un poderoso ejemplo de este fenómeno: no es usual encontrar un físico o filósofo de la ciencia, defendiendo una posición específica con tal fervor y pasión que ultra-pasa con mucho el grado de emoción asociado normalmente con las creencias científicas: en efecto, a veces se diría que su propia existencia dependiera de los resultados del debate." (p.66)
[1] Chris J. Isham. Lectures on Quantum Theory Imperial College Press London, 1995. Las referencias a Heidegger se encuentran en la página 65