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¿Qué devasta a Paul Ehrenfest?

Por 5 de enero de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

La ciudad holandesa de  Leyden ha sido desde los tiempos de Descartes cuna o lugar de acogida para numerosos pensadores, artistas y científicos. En 1917 Mondrian fundó junto a otros una revista que tuvo gran peso en la reflexión teórica sobre el arte del siglo XX, en su universidad investigó Einstein y enseñó el también físico H. Lorentz cuya cátedra hereda Paul Ehrenfest (1880-1933) quien   en un artículo de 1927 consiguió establecer el límite clásico de la física cuántica, y de alguna manera justificar porque la realidad cuántica tiene digamos necesariamente una apariencia clásica, es decir: porqué lo discreto parece continuo, la incertidumbre  intrínseca parece certeza y las meras expectativas de momento y posición evolucionan en el tiempo como si se tratara de efectivos momento y posición. A Ehrenfest se debe también  la expresión "catástrofe ultravioleta" que designa retrospectivamente  un fenómeno cuya no constatación tuvo una enorme importancia en los arcanos de la física cuántica. 

En la que sería su esposa,  la matemática rusa Tatiana  Afanassieva,  Ehrenfest encuentra no sólo  una compañera sentimental sino también un  partenaire  en el trabajo reflexivo, escribiendo y publicando juntos en 1911 un artículo sobre los fundamentos conceptuales  de algo que tiene tanto peso en la física cuántica como la aproximación estadística. Siendo Ehrenfest de religión judía  y Afanassieva cristiana al no estarl aceptados en Austria-Hungría los matrimonios mixtos ambos  renunciaron ambos a su religión. De los  cuatro hijos que tiene con Tatiana,  Wassik  nace con el síndrome  de Down, lo que forzará a procurarle una  educación especial primero en la ciudad de Jena y luego a la llegada de los nazis al poder en 1933) en un instituto especializado de Amsterdam, lo cual genera gastos que son para un universitario difíciles de sufragar.

La devastación  económica del 29 hace difícil sus planes de encontrar trabajo fuera de Leyde.  Las tesis "eugénicas" de los nazis traducidas en un programa llamado Aktion T4 que comprende una "ley de esterilización eugénica"  están ya desarrollándose e impregnan los espíritus dentro y fuera de Alemania. Ehrenfest estima  que las circunstancias sociales en general y su propia situación económica en particular  hacen muy difícil que  su hijo enfermo pueda salir adelante y traza oscuros planes de acabar con la vida del muchacho…haciéndolo  de paso con la propia. Cuando en 1933 pasa al acto, aparece una carta  de meses atrás (nunca enviada y dirigida a Einstein, Bohr y otros físicos) en la que expone sus penurias económicas, y la imposibilidad de asegurar la existencia material de sus hijos. Confiesa que se concentra ya en  los detalles técnicos de su suicidio, que sólo consumaría…si antes daba  muerte al infortunado Wassik.

Hay sin embargo otra queja en esta carta que exige una precisión previa. Amigo personal a la vez de Einstein y de Bohr, en el fundamental coloquio de Solvay en 1927 (en la que se reúnen todos los grandes que están revolucionado la representación heredada de la naturaleza), Ehrenfest lamenta la radicalidad de la polémica entre ambos. Ehrenfest  compartía con Einstein la convicción de que los principios de causalidad, determinismo y realismo debían de ser compatibles con las constataciones y previsiones cuánticas, aunque todo de momento pareciera indicar lo contrario, pero defendía tales tesis con menos radicalidad que Einstein y sobre todo tendía a estimar que la dificultad para encontrar inteligible lo que los artículos de relevancia iban poniendo de relieve se debía en gran parte a su incapacidad, llegando a confesar  a sus alumnos que la lectura de las grandes revistas científicas de la época le deprimía. Todo esto va royendo su alma. En la  carta encontrada tras su muerte,  Ehrenfest confiesa haber renunciado a seguir luchando por entender lo que pasa en  el universo de la física: "Lo he intentado una y otra vez, pero he tenido que abandonar. Esto me ha hecho perder la alegría de vivir".

Es obvio que en la tremenda depresión de Paul Ehrenfest tienen peso fundamental las vicisitudes por las que atraviesa y, con toda probabilidad, causas inconscientes que el mismo protagonista ignora. Variable de cierto peso fue quizás  que su condición de científico no impidiera  a Ehrenfest participar del sentimiento crítico respecto a las implicaciones  sociales del peso creciente de  la ciencia y la tecnología, en las cuales veía (como Henri Bergson y otros contemporáneos) suyos una potencial matriz de desarraigo:  ese "desencanto" respecto al entorno natural, al que se refería Max Weber en Ciencia como vocación  y que desde Wilhelm Dilthey es vinculado habitualmente a la explicación matemática del universo,  a la  que  Hegel ya se había referido con la expresión "someter el espíritu a la tortura de convertirse en máquina"

Pero en cualquier caso,  la segunda razón esgrimida en la carta a Bohr y Einstein  no  constituye una mera coartada. He evocado aquí en alguna ocasión lo que el profesor de  física Chris J. Ishman ha designado mediante la expresión "potencia emocional de controversias teóricas". Ehrenfest no parece desesperar tanto de la ciencia, y de esa filosofía a la que él mismo veía que la física se veía abocada, como de su capacidad para enfrentarse a la una y a la otra. Un paso, y podría dudar de la legitimidad para tomar la palabra ante alumnos para quienes él encarnaba la fuerza que exige la dureza del pensar; un segundo paso,  y el gran Paul Ehrenfest podría tener sentimiento de estar usurpando  el papel del que  sabe,  sentimiento de la propia impostura.

He señalado aquí de múltiples manera que  por la dureza misma del pensar, dejar de hacerlo puede encontrar coartada en las más variadas razones incluido el argumento escéptico según el cual pensar no vale la pena.  Pero ello es muy diferente cuando manteniendo la tensión del pensamiento, se hace evidente que  el esfuerzo es vano, cuando embarga el sentimiento  de que la impotencia no es sobre un aspecto  parcial sino el soporte mismo del pensamiento, la capacidad de simbolización. Paul  Ehrenfest  pasó quizás  por esto y  en tal extremo sintió que su el honor no consistía   ya en intentar estar a la altura de la verdad, sino en asumir la imposibilidad de confrontación a la verdad. La alternativa en este caso se dirime entre el fin y el silencio.  Ehrenfest eligió el fin.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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