Víctor Gómez Pin
La enorme regresión que caracteriza nuestras sociedades (no ya respecto a los proyectos emancipatorios de la modernidad, sino también respecto a la concepción del ciudadano que tenían los griegos) se traduce en textos como ese Preámbulo de la Ley Wert ya evocado. De todo aquello en lo que pueda jugar un papel el nivel educativo, el legislador de nuestro país se queda con "la capacidad de competir con éxito en la arena internacional". No parece pasarle por la cabeza la posibilidad de una ordenación social en la que el ciudadano no esté determinado por la necesidad de abrirse pasos a codazos a fin de alcanzar esas "ventajas competitivas en el mercado global" de las que la educación sería instrumento.
Mas la tesis de que las bases de este horizonte social en el que nos desenvolvemos son tan inevitables como los principios que rigen el orden natural, y por eso es absurdo luchar contra él tiene como corolario el que nunca se dará la situación en que para los ciudadanos en general y no tan sólo para un sector o una élite "esté resuelto lo relativo a la naturaleza y al ornato de la vida". Condición esta que Aristóteles situaba como necesaria para que se desplegara el pensamiento y en general todo aquello que es fundamental para la existencia específicamente humana. Transcribo una vez más la líneas claves de este texto que en tantos hizo sentir que persistía un interno rescoldo de la exigencia de libertad.
"…Pues los hombres empiezan y empezaron siempre a filosofar movidos por el asombro. Al principio su asombro es relativo a cosas muy sencillas, mas poco a poco el asombro se extiende a más importantes asuntos, como fenómenos relacionados con la luna y otros que conciernen al sol y las estrellas y también al origen del universo. Y el hombre que experimenta estupefacción se considera a sí mismo ignorante (de ahí que incluso el amor de los mitos sea en cierto sentido amor de la sabiduría, pues el mito está trabado con cosas que dejan al que escucha estupefacto). Y puesto que filosofan con vistas a escapar a la ignorancia, evidentemente buscan el saber por el saber y no por un fin utilitario. Y lo que realmente aconteció confirma esta tesis .Pues sólo cuando las necesidades de la vida y las exigencias de confort y recreo estaban cubiertas empezó a buscarse un conocimiento de este tipo, que nadie debe buscar con vistas a algún provecho. Pues así como llamamos libre a la persona cuya vida no está subordinada a la del otro, así la filosofía constituye la ciencia libre, pues no tiene otro objetivo que si misma".
Si la subsistencia en un entorno digno no se ha logrado o se halla amenazada, cabe que se convierta en el objetivo principal que mueve al espíritu, y entonces el animal humano queda mutilado no sólo en su capacidad de conocer y simbolizar, sino muy probablemente también su capacidad de amar, si por amar se entiende inclinación a superar la barrera respecto a aquel en quien se ha reconocido otro representante la propia humanidad. Y obviamente todo aquello que se engloba bajo los términos genéricos de artístico, narrativo o poético queda fuera del horizonte, salvo en modalidades caricaturescas, que suponen ya una degradación del uso mismo de esos términos. Por ello, hacer propia esta tesis de Aristóteles conduce inevitablemente al combate político.