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Marcel Proust. Analectas (3)

Por 2 de septiembre de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

La parietaria

 "¡Hiedra instantánea, flora parietaria y fugaz! La más incolora, la más triste, al juzgar de tantos, de entre todas las que pueden trepar por los muros y alcanzar la balconada; para mi la más querida desde el día en que apareció en nuestro balcón como la propia sombra de la presencia de Gilberte que estaba ya  quizás en los Campos  Elíseos (…); hiedra frágil, arrastrada por cualquier vientecillo, mas asimismo relacionada no con la estación del año, sino con la hora; promesa de felicidad inmediata que la jornada a transcurrir rechazará  o llevará a cabo, y por ello mismo de la felicidad inmediata por excelencia, la felicidad que el amor proporciona; aun mas dulce y cálida en la piedra que lo es la propia espuma; flora vivaz a la que basta un rayo de luz para nacer y hacer que la alegría se expanda, incluso en el corazón del invierno." (I, 389-390)

 

Texto 17 Ciudad y jardines

Así todas las flores de nuestro jardín y  las del parque de Monsieur Swann y las ninfeas del río Vivonne, y las buenas gentes del pueblo, y sus pequeñas casas y la iglesia y todo Combray con sus alrededores, todo ello bien formado y sólido, surgió, ciudad y jardines, de mi taza de té. (I, 47)

 

Texto 18 Sombras de huidas

¡Oh desgracia! en la avenida de las Acacias- la alameda de los mirtos- veía de nuevo  a algunas de ellas, viejas, y que no eran más que las sombras terribles de lo que habían sido, errabundas, buscando desesperadamente un no se qué en los bosques virgilianos. Habían huido desde mucho tiempo atrás, mientras yo seguía interrogando  los caminos desiertos. (I, 419)

 

  Los botones de oro. Combray

Avanzábamos en el camino de sirga que dominaba la corriente desde un terraplén de varios pies; del otro lado la orilla era baja, prolongándose hasta el pueblo y hasta la estación, distante del mismo, en amplios prados. Se hallaban sembrados de ruinas, medio sepultadas en la hierba, de castillos de los antiguos condes de Combray,  que en la Edad Media tenían de este lado el caudal del Vivonne como defensa contra los ataques de los señores de Guermantes y los abades de Martinville. No eran más que unos fragmentos de torre salpicando la pradera, apenas visibles, almenas en las que en el pasado el arcabucero lanzaba piedras y el vigila mantenía a ojo Novepont, Clairfontaine, Martinville-le-Sec, Bailleau l’Exempt, todas ellas tierras vasallas de los Guermantes, entre las cuales Combray era un enclave, hoy al raso nivel de la hierba, dominadas ahora por los niños de la escuela de los hermanos que venían allí a estudiar sus lecciones o a jugar durante los recreos- pasado casi sumergido en la tierra, acostado junto al agua como un caminante que toma el fresco, pero que provocaba mis ensoñaciones, haciéndome añadir al nombre de Combray, a la pequeña villa de hoy, una ciudad muy diferente, fijando mis pensamientos por su aspecto incomprensible y arcaico, que apenas lograba esconder bajo los botones de oro. Eran muy numerosos en este lugar al que habían escogido para sus juegos en la hierba, aislados, en parejas, por tropas, amarillos como yema de huevo, brillando tanto más, me parecía, que, no pudiendo derivar hacia veleidad alguna de degustación, el placer que su vista me causaba, lo acumulaba en su superficie dorada, hasta que se hiciera suficientemente poderoso para producir una belleza inútil; y ello desde mi primera infancia, cuando desde el sendero de sirga tendía hacia ellos los brazos, sin acertar a deletrear completamente sus hermosos nombres de Príncipes de los cuentos de hadas franceses, llegados quizás siglos atrás desde Asia, pero tomando patria para siempre en el pueblo, satisfechos en su modesto horizonte, amando el sol y la orilla del agua, fieles a la reducida vista de la estación, conservando aun, sin embargo, como en ciertas de nuestras antiguas telas pintadas, en su simplicidad popular, una poética luminosidad de Oriente."

  Ángeles

"Y el ángel que transporta un sol y una luna ya inútiles cuando ha sido dicho que la Luz de la cruz será mil veces más potente que la de los astros; y el que introduce su mano en el agua del baño de Jesús para ver si está caliente; y el que surge de las nubes para poner la corona en la frente de la Virgen; y todos aquellos que, inclinados desde la cima del cielo en los balcones de la Jerusalén celeste, alzan los brazos expresando su espanto y su alegría ante la visión del suplicio de los condenados y la felicidad de los elegidos…"       

Texto 22 La verdad  y la muerte

"…Afortunados aquellos que encontraron la primera antes que la segunda, y para quienes, por cercanas que se hallen la una de la otra,  la hora de la verdad se anunció antes que la de la muerte"

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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