
Víctor Gómez Pin
Pero no hay competencia, sólo existe la lucha por recuperar lo
que se ha perdido y reencontrado y vuelto a perder mil veces"
(T. S. Eliot)
Cuando me he referido a la figura del Narrador de La Recherche, he señalado que su actitud es análoga a la de un niño que, en ausencia de lengua que sirva de preliminar instrumento y que confiera ya una percepción del mundo, avanza en el mundo de las palabras y de sus enlaces, literalmente explorando un terreno para él completamente virgen, o más bien forjando ese mundo, pues antes de las palabras no cabe hablar de mundo propiamente humano.
Identificar la vida del espíritu a la exploración de un terreno virgen que es indisociable del espíritu mismo, negarse a considerar como obra digna de tal nombre si hay reiteración de frases hechas o enunciación de prejuicios, considerar la exigencia de mantener el espíritu, como premisa de una escuela de vida cabalmente humana: tal es el fundamento de una disposición auténticamente ética Por decirlo con toda claridad: el deber es en cada momento enfrentarse a lo que resiste, ya se trate de una ecuación o de una metáfora. En principio, esta resistencia misma hace que el enfrentamiento sea siempre tenso, que la amenaza de fracaso introduzca la desesperanza y que la constatación de que, efectivamente, en tal lid concreta ya se ha fracasado provoque la tentación de tirar la toalla. Pero si el espíritu no ha muerto definitivamente (se trata casi de la prueba del fuego) se vuelve al desafío, ya sea empezando en la penuria. Los versos de Eliot que citaba al principio se completan con una alusión a esta intrínseca fragilidad del que se confronta: "Y ahora de nuevo en circunstancias que parecen adversas…". Circunstancias que no harán desmoronarse al que tiene la suerte de no encontrar refugio en el mero hecho de sobrevivir: "Pero tal vez no haya ni pérdida ni ganancia. Para nosotros no hay sino el intento. Lo restante no es de nuestra incumbencia."