Víctor Gómez Pin
En 1922 la Rusia de la Revolución de Octubre salía de una tremenda guerra civil que había arruinado su agricultura, generado hambrunas, hundido la capacidad adquisitiva del rublo y costado millones de vidas humanas. Pero esa misma Rusia era un hervidero de proyectos artísticos, científicos y desde luego filosóficos, todos ellos intrínsicamente vinculados a un ideario de emancipación social. Y sin embargo…
Al leer en Vladivostok los textos de los múltiples memoriales en los que se evocan momentos heroicos de la Revolución, el discurso de Sergei Lazo en 1920 en la plaza del ferrocarril trans-siberiano, su muerte y sus conmovedoras palabras relativas a la asunción de la misma para evitar que el territorio de Primorye Krai cayera en manos de la reacción "blanca", no podía dejar de pensar en ese mismo año de 1922 en que Vladivostok parece alcanzar la libertad, ocurrían hechos como éste del que da cuenta otro memorial situado en el otro extremo de Rusia y ante otro mar:
"De este malecón en 1922 salieron en expedición forzada hacia el exilio, ilustres hijos de nuestra patria: gentes que enriquecían la filosofía, la ciencia y la cultura
La sociedad filosófica de San Petersburgo erige esta placa en su memoria"
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Al malecón evocado en la lápida, llamado "Lugarteniente Schmidt", se llega por el puente del mismo nombre que, en San Petersburgo, cruza el Neva desde el Embarcadero de los Ingleses. Este brazo del Neva, conocido como "grande" desemboca en el "Morskoi Togrovii Port", zona de barcos de carga y horizonte propiamente marítimo de esta admirable ciudad, que, como Vladivostok, en el imaginario de algunos es aun sobre todo un puerto.
Toda contradicción parece cristalizar en ese 1922 en el que la "máquina" Rodentxo- Maiakovsky, ponía su enorme talento y toda su exigencia al servicio de la causa que -en el mundo entero- conmocionaba a todo aquel que simplemente tuviera entrañas. Pero en esa misma Rusia, en un muelle de la ciudad que paradigmáticamente encarna la Revolución, un grupo de filósofos se embarca para el exilio. No se de que personas se trata, ni cual era su valía. Simplemente me hacen recordar que también Sócrates fue invitado a exiliarse. Hay aquí como un indicio de que en sus años más fértiles la Revolución de Octubre se desgarraba internamente…hasta acabar abismándose. Quizás este sea el destino de todos los idearios de emancipación del ser humano, lo cual no justifica que dejen de ser alimentados. Pues pasa con la libertad lo que ocurre con la verdad: una cosa es no conseguirla y otra cosa es renunciar a ella. Lo primero es trágico, lo segundo es simplemente lamentable, y casi siempre expresión de cobardía.