Víctor Gómez Pin
V El más antiguo festín caníbal
En el diálogo entre Carbonell y Agustí que vengo evocando se explora fascinantes cuestiones técnicas: ¿hemos de atenernos a la ortodoxa hipótesis de las sucesivas migraciones out of Africa o si cabría hablar de into Africa a partir del Caucaso, como cabría deducir a partir de los fósiles de Dmanisi? ¿Se ha superado definitivamente la tesis de que en África los homínidos habrían aparecido hace dos millones de años, y en Europa tan sólo un millón de años después? ¿el canibalismo practicado por homo antecesor es meramente alimenticio- en un duro mundo marcado por la dificultad de sobrevivir entre carroñeros como las hienas gigantes? Vale la pena detenerse sobe este extremo:
Hace unos años los periódicos dieron cuenta de un caso de canibalismo entre ciudadanos argentinos, supervivientes aislados de un accidente, y del que sus protagonistas estuvieron años sin atreverse siquiera a hablar. Obviamente este canibalismo accidental poco tiene en común con un canibalismo estructural, consecuencia por ejemplo del aumento de la demografía humana en el seno de un territorio, como habría acontecido en Atapuerca a finales del Pleistoceno. Pero la frontera es mucho más radical cuando surgen formas rituales de canibalismo, no marcadas por la necesidad inmediata, sino por imperativo que apuntan a la cohesión del grupo. Canibalismo, entonces, en última instancia defensivo, que se transmite de generación en generación y que que no difiere en gran parte de lo que supone el sacrificio y consumo ritual de animales, que de manera sublimada se práctica aún en nuestros días.