Víctor Gómez Pin
Decía que en esos inviernos de Silesia y Friburg en el que la reflexión de un filósofo y la meditación de un músico parecen hacerse guiños hacía ya decenios que se había iniciado un proceso que conduce efectivamente al fin de un tiempo. En la terminología convencional de los estudiosos de Heidegger se trataría del fin de la metafísica, entendiendo por metafísica una larga etapa del pensamiento caracterizada según Heidegger por la reducción del problema de la verdad al problema del conocimiento, la erección de los instrumentos de control de la naturaleza (es decir, la ciencia y su correlato en la técnica) en paradigma de la actividad del espíritu, una concepción del lazo entre el hombre y el mundo marcada por la idea de objetividad, el oscurecimiento del mundo mismo y con ello la imposibilidad de una comunidad en el sentido cabal de "ser en el mundo originalmente existente" (die Möglichkeit des Miteinander im Sinne des ursprünglich existententen In-der-Welt-seins, parágrafo 23 ), y sobre todo, a la vez como matriz y expresión de todo ello, el desaparecer (verschwinden) del ser "en objetualidad y la seguridad y el aseguramiento de lo constante (in der Gegenständlichkeit und Sicherheit und der Bestandsicherung Parágrafo 22, proposición 6)" así como el olvido del mismo.
Lo que se estaría acabando es, en suma, aquello que constituiría el "círculo de la técnica" que, incluyendo asimismo a la ciencia (parágrafo 22 proposición 10), determinaría la sustitución del mundo originario por los lazos de subjetividad-objetividad y su tremendos corolarios, tanto en la relación con el entorno natural como en las relaciones de los hombres entre sí. Pues, "una vez que el ser ha quedado olvidado, el paroxismo y el arrebato del hombre ya pueden comenzar (Der seinsvergessene Taumel und Aufruhr des Menschen kann beginnen parágrafo 22)"
Paroxismo y arrebato vinculados por Heidegger a la primacía de la subjetividad y a la tendencia en el mundo a considerar todas las cosas como propias de la humanidad. Y así, en un mundo des-mundanizado, solo contaría " la mera cría del hombre y la elaboración y asimilación de la
tierra; el consumo y el gasto como fundamento de la institución y organización incondicional de lo objetual (parágrafo 21 titulado como "Abandono del ser y visión del mundo Seinsverlassenheit und Welanschauung").
Estos textos han dado lugar a comentarios discordantes, incluso en el registro político. Ha habido una lectura que ve en ellos una invitación a elucidar la génesis de la reducción de la naturaleza y la erección de sus frutos en fetiches, tan sólo aptos para la insaciable carencia de un ser humano desarraigado del mundo primigenio, un mundo en el que la comunidad en el sentido verídico de la palabra era posible; se trataría de pensar las raíces de aquello que habría conducido a nuestra civilización al nihilismo, sentando así los cimientos de una nueva etapa.
Esta lectura positiva se vería ciertamente reconfortada si este discurso sobre lo que sería urgente pensar con decisión, no se hubiera hecho desde la universidad de un país embarcado en un feroz proyecto de aniquilación de las condiciones de posibilidad del pensar mismo, y si el protagonista no hubiera pronunciado unos años atrás y en calidad de rector de esa misma universidad de Friburg un célebre discurso que mostraba signos inequívocos de connivencia con los aspectos meramente ideológicos del régimen que imponía tal proyecto.
Pero, indicaba Hegel, el órgano de la fertilidad y la procreación se revela también ser…el órgano de la orina. La "ternura común por las cosas" característica de la disposición de aquellos que aspiran a un mundo dónde la negatividad y la quiebra estén ausentes, un mundo donde la serenidad no sea superación de la yaga, donde la conciliación no sea re-conciliación, tal disposición de ánimo lo único que consigue es que la contradicción a la que el sujeto evita confrontarse y hasta reconocer se filtre por entero en su espíritu, reduciendo su entera subjetividad y convirtiéndola en pasivo juguete.
Mas ese pensamiento de Hegel supone asimismo que la recíproca es cierta, que tras el pensamiento perezoso y obediente puede darse un rescoldo de espíritu que tiende a la veracidad y a la libertad. Y así, al igual que tras las notas del Cuarteto para el fin de los tiempos ( objetivamente subversivas tanto en el registro político como en el creativo) se encuentra la subjetividad de un Olivier Messiaen, no ya esperanzado por el discurso evangélico
sino confiado en aquellos que desde la Cúpula Vaticana instrumentalizaban tal discurso, haciéndolo compatible con los compromisos políticos más abyectos…el cuando menos equívoco discurso de Martin Heidegger en relación a existencia de jerarquías entre lenguas (llegó a sugerir que no todas son aptas- o al menos aptas por igual- para la expresión de determinaciones conceptuales) y entre los pueblos que son simiente para la perseverancia y fertilidad de las mismas, no es óbice para que en los escritos de esos años negros haya páginas de encomiable veracidad, sobre todo en relación a la puesta sobre el tapete de interrogaciones claves…aunque no tanto quizás en los meros esbozos de tangencial respuesta a las mismas.