Víctor Gómez Pin
En este foro me he referido muchas veces a la legitimidad de recurrir a expedientes literarios para expresar teorías científicas o filosóficas, y he evocado al respecto al matemático y filósofo René Thom, quien solía señalar que si una metáfora no puede nunca reemplazar al concepto propio de aquello de lo que se está tratando, a falta de tal concepto una metáfora vale más que nada.
Sin embargo hay un límite muy claro. Cuando la teoría es por definición irreductible a toda representación intuitiva, atenerse a la metáfora puede llegar a constituir un traición. Tal es el caso por ejemplo de las tentativas por plasmar intuitivamente un espacio tridimensional dotado de curvatura, tan irrepresentable como lo sería para un ser bi-dimensional e inteligente confundido con la superficie de la tierra, tener la percepción de que su plano mundo está curvado. El único indicio que tendría de ello es la imposibilidad en la que se hallaría de trazar círculos en los que la relación entre la circunferencia y el radio fuera dos pi, es decir: el concepto geométrico triunfaría allí dónde la intuición es imposible. Pues que la geometría que hemos aprendido en la escuela, la geometría euclidiana, deje de funcionar es razón suficiente para decir que el marco en el que las figuras se inscriben no es euclídiano, lo cual aplicado a nuestro entorno tridimensional significa simplemente: la geometría de nuestros años de aprendizaje infantil no da cuenta de la naturaleza, no da cuenta de la physis y no constituye pues – en los términos de Einstein- "una rama de la física". La rama geométrica de la física se alcanza a través de medidas tan consistentes y rigurosas como esencialmente irreductibles a la intuición , lo cual equivale de alguna manera a decir que el mundo del que procedimientos conceptuales dan cuenta escapa tanto a nuestra experiencia como a la intuición pura del espacio, la cual como Kant indicaba es posiblemente el marco de inscripción de la primera.
Ello no debe en ningún modo ser interpretado en el sentido de que el orden de la metáfora juegue en la vida de los hombres un papel subordinado en relación al universo de los conceptos. Se trata simplemente de que la metáfora es tanto más fecunda cuanto es tomada como fin y no como mero expediente al servicio de otra creación del espíritu . Volveré sobre este tema.