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La culpa es del cliente

Por 3 de junio de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Hace ya unos años un importantísimo periódico, daba el título que precede a un reportaje que (azares de la composición periodística) se incrustaba en un suplemento semanal titulado Dinero. Paso sobre el hecho trivial de que tal rotativo dedica cotidianamente dos o tres páginas  a anuncios de prostitución  y voy al meollo de lo que planteaba el reportaje, perfectamente representativo de la opinión entonces aun no predominante, pero que hoy ha ganado terreno, con aureola de ser moralmente indiscutible.

En un recuadro, el artículo destacaba el perfil del contratante: entre 25 y 30 años, con trabajo y relación sentimental estable y vehículo de tipo medio. Las razones del anatema moral  se incrementarían pues por el hecho de que el cliente no respondería a una carencia debida a la marginación social, a la edad  o la ausencia de lazos familiares.

El autor del reportaje nos presenta las  motivaciones  que según  los propios clientes les conducen al prostíbulo, y que van desde  una  supuesta pulsión irrefrenable, hasta la camaradería varonil en farras del tipo despedida de soltero. Tras ello el reportero se da la palabra a sí mismo, descargando su indignación en el siguiente párrafo: "pero lo cierto es que en el intercambio el ser cliente es siempre claramente una opción, mientras que el actuar como mujer que se prostituye es en la mayoría de los casos una necesidad y, con frecuencia una obligación ineludible".

El autor alude al hecho indiscutible de que muchas de las mujeres que se prostituyen son víctimas de situaciones sociales profundamente injustas: inmigrantes a las que se niegan los papeles, presas de organizaciones mafiosas, carentes de una formación profesional, o todo ello a la vez. Y sin embargo la asimétrica presentación no es del todo correcta y parece esconder algún tipo de intencionalidad.

Se habla tan sólo de clientes socialmente integrados, cuando es evidente que el recurso a los servicios de prostitutas se da también entre sectores marginales de la población masculina. Complementariamente se obvia toda referencia a casos no menos evidentes en los que la prostituta complementa mediante su práctica una vida sin mayores carencias materiales ni marginación en razón de origen o cultura. El autor del artículo intentaba así que el lector comulgue (¡a precio nulo! como ocurre siempre en casos de moralina que no ponen en entredicho el substrato económico social de lo que se anatematiza) con la tesis de que "la prostitución no es una actividad laboral más, sino algo que mina la imagen de la mujer y sus derechos".

Lo problemático de la tesis reside meramente en que el autor parece dar por supuesto que si la prostitución pudiera ser considerada una actividad laboral como otras entonces ya no habría razón de culpabilidad moral en recurrir a una profesional. En suma: resulta una vez más que el trabajo dignifica  y como no estamos dispuestos a dignificar la prostitución… ¡pues no estamos dispuestos a considerarla un trabajo! Me ocupare mañana de este asunto.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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