Víctor Gómez Pin
Una de las cuestiones que mayormente desorienta al filósofo que busca en la física ayuda técnica para responder a sus propias interrogaciones es la proliferación de hermenéuticas en torno a los logros indiscutibles de la disciplina. Paradigmático a este respecto es la auténtica polémica relativa el concepto de tiempo.
Sentado que el tiempo y el espacio absolutos de Newton carecen de realidad física , no queda sin embargo claro que ello signifique la desaparición de referencia a un marco continuo en el que aquello que sí tiene realidad física acontece. Al nivel de la relatividad restringida basta referirse al mundo de Minkowski, continuo tetra-dimensional que, al decir del propio Einstein, hubiera supuesto una decepción para Descartes si éste (en su lucha contra la idea de un marco condición de los fenómenos físicos y por consiguiente en sí mismo vacío) hubiera podido apostar a la teoría de la relatividad.
Pero en el registro de la Relatividad General, la ambigüedad persiste. Podemos considerar que la vivencia subjetiva del tiempo como memoria unidireccional (memoria del pasado y no del futuro, la cual Einstein calificaba de ilusión), tiene en realidad explicación en el segundo principio de la termodinámica, tal como lo concebía Boltzsmann. La vivencia del tiempo sería expresión subjetiva del paso de una situación de menor probabilidad a una situación de mayor probabilidad. Cuando por razones en general bien difíciles de determinar, una situación poco probable se ha dado, entonces el sistema que refleja tal emergencia, caso de ser abandonado a sí mismo, se desliza naturalmente a la situación más probable, sin que haya marcha atrás en el proceso. Reflejado este proceso objetivo en el espíritu humano tendríamos esa "duración", de la cual, al decir de Bergson, el sentido común sería testigo. En suma:
Lo que para el filósofo francés era concordancia con la objetiva realidad del transcurrir irreversible de un marco, de un tiempo absoluto y vacío que efectivamente pasa por que su esencia es el pasar, para Einstein era una ilusión psicológica que Boltzsmann tendría a explicar por la adecuación de nuestro psiquismo a la objetividad de los procesos concordantes con la segunda ley de la termodinámica.
A modo de digresión señalaré que el proceso temporal en el sentido de Botzsmann, se interrumpe desde luego en el seno del lenguaje humano, simplemente cada vez que algo muy poco probable surge del pantano de la vacuidad a la que casi siempre se halla reducida la palabra. Asunto este que entre otras cosas explica que un narrador o un poeta tengan en ocasiones el sentimiento de estar venciendo el tiempo, tengan literalmente sentimiento de creación.