
Víctor Gómez Pin
En los años en los que París era una ciudad faro para escapados de todos los puntos del planeta, éramos muchos los que en invierno frecuentábamos la Cinemateca de la Rue d´Ulm, vecina al Panthéon, donde por un precio realmente simbólico (un franco y un céntimo) cabía por unas horas escapar tanto al frío ambiental como al más gélido provocado por la soledad y el desarraigo. Entre las películas que se reponían con cierta frecuencia estaba La Terra Trema, filmada por Luchino Visconti en paisajes naturales de Aci Trezza, un puertecito pesquero de Sicilia.
Una y otra vez nos sentíamos conmovidos ante este Episodio del Mare, subtítulo de la película a la que deberían seguir dos nuevos episodios, nunca realizados, uno relativo a los mineros y otro a los agricultores. Se ha escrito con razón que los habitantes de Aci Trezza fueron, además de protagonistas, casi guionistas, puesto que Visconti no sólo respetó absolutamente el habla lugareña sino que recogió las conversaciones espontáneas de sus ocasionales "actores".
En el año en el que la película se rueda, el Mezzogiorno se hallaba sumergido en una profunda postración que desplazaba a sus hijos hacia un Norte fabril, exilio que años más tarde el propio Visconti describiría en términos punzantes en esa tragedia urbana que era Rocco y sus hermanos. Luchino Visconti es un milanés alejadísimo por su condición social de sus modelos y protagonistas meridionales, pero sin embargo parece hacer su narración desde las propias entrañas. No se trata de una particular ascesis por identificarse al otro; de alguna manera su sensibilidad era entonces ampliamente compartida. Pues la moral social ambiente, en el mismo Norte industrioso, hacía que el Mezzogiorno fuera percibido como una suerte de Italia secuestrada que, de liberarse, se revelaría en todo el esplendor de una profunda, arcaica y esplendorosa civilización. De ahí el interés de Visconti por poner el énfasis en la losa económica y social que perturba hasta la corrupción la vida de unos pescadores que son como paradigmas del lazo, siempre conflictivo y hasta trágico, que el hombre mantiene con la naturaleza. Precisamente porque Visconti asume y representa, en ese momento, una visión política a la que repugnan los males contingentes y apunta a la abolición de sus causas sociales, La Terra Trema hace amar Aci Trezza, como se ama el espejo de una civilización sellada por lo elemental e inevitable, por lo que es común al ser humano en toda circunstancia.