Víctor Gómez Pin
Hay sin embargo (aun haciendo abstracción de las circunstancias aleatorias por las que la Recherche, a modo de Guadiana literario, ha retornado en mi vida a lo largo de decenios) una razón suficiente para que este libro sea el escogido, a saber: que el Narrador mismo se encarga de dar explícita cobertura a la tesis aquí mantenida.Marcel Proust afirma explícitamente, en relación a la teoría literaria, que un libro – y cabría decir en general la obra de arte- es el resultado de una dimensión de la personalidad que nada tiene que ver con la que se muestra en sociedad, la cual está determinada por las costumbres, las manías y, en ocasiones, las perversiones o vicios. Y todo indica que sólo en el momento en que adopta la resolución de escribir la Recherche, esta personalidad profunda, de ordinario encubierta por una identidad convencional, más o menos vacua y más o menos narcisista, está realmente aflorando e imponiéndose.
En cualquier caso el autor quiso que los lectores tuviéramos la impresión de una decisión ascética, análoga en intensidad (en modo alguno en coincidencia de causa) a la que determina la actitud mística, y sobre todo, quiso que los lectores nos hiciéramos partícipes de la disposición ética que ello implica. Por ello enfatizo en mis textos sobre la obra de Proust la presentación que el Narrador hace de sí mismo como un frecuentador de ambientes mundanos (tan brillantes como a veces frívolos y esnobs) que, cuando finalmente se decide a escribir, lamenta emprender su tarea "en vísperas de la muerte y sin saber nada de mi oficio".