Víctor Gómez Pin
La interrogación con la que ayer acababa (relativa a si en el principio está el canto) es elemental, pero la respuesta a la misma es inevitablemente compleja y sofisticada. Pues, a menos de atenerse a la mera intuición (la cual no supera el nivel de lo que Platón denunciaba como opinión subjetiva y contingente) para abordar el asunto no hay manera de soslayar la mediación por informaciones precisas sobre fisiología, anatomía, primatología comparada (en relación concretamente a porqué los otros primates carecen de la sutileza de movimientos oro-faciales que es condición de la palabra articulada). Hay que pasar también por las teorías sobre el concepto de ritmo, la determinación de lo que caracteriza al ritmo verbal,… por supuesto, todo ello enmarcado en una interrogación radicalmente antropológica sobre el origen de la humanidad.
Intento con este ejemplo hacer palpable no ya que la reflexión elemental sobre el lazo lenguaje-música (y en este caso, palabra-canto) implica un amplísimo bagaje de conocimientos parciales, sino que tal reflexión es indisociable de otras que también tienen el marchamo filosófico.