Víctor Gómez Pin
Etapa nueva en esta historia es el trabajo del físico francés Louis de Broglie. En 1924, investigando algunas consecuencias de la Teoría de la Relatividad, de Broglie avanza que toda partícula posee asimismo un carácter ondulatorio y que la longitud de onda l es igual a la constante de Planck dividida por el producto de la masa y la velocidad: l= (h/m v).[1]
Complementariamente de Broglie conjetura que la estabilidad de la onda sólo es posible si la longitud de onda se inscribe un número entero de veces en la órbita, es decir, 2 π r= n.l. Basta entonces recordar que l= (h/m v), para inferir algo importantísimo, a saber:
m. v. r=(n h/2π)
Vemos que ahora el carácter discreto (dependiente del número cuántico n) del momento angular deja de ser algo que (como en el caso de Bohr) meramente se postula, para convertirse en corolario de una teorización previa. Cierto es sin embargo que con ello únicamente desplazamos el problema. La proposición incondicionada, es decir aquella que es condición de las que se infieren, es otra, pero seguimos en la dialéctica del postular, conjeturando ahora que toda partícula tiene un carácter ondulatorio y que la longitud de la circunferencia orbital equivale a un número entero de veces la longitud de onda.
Es sin embargo importante insistir en que esta remisión a principios que no constituyen evidencias sino que meramente se postulan, no es tanto una consecuencia de la física entendida como disciplina archivadora de los fenómenos y previsora respecto a su devenir, como de la exigencia (de alguna manera meta-física, es decir posterior a la física como disciplina particular) de dotar a la física de un armazón teorético que le permita ser presentada ante la razón filosófica, la cual aspira siempre a una suerte de inteligilibidad global. Desde los primeros días esta exigencia no sólo se va abriendo paso, sino que se radicaliza, de ahí que si Bohr, o de Broglie forman parte de la primera lista de protagonistas, otros nombres seguirán vinculados mayormente a lo que se llama el formalismo matemático.
[1] Energía del fotón, E=h. f= h. (c/l), dónde h es la constante de Planck, f la frecuencia de la luz dada, y l la longitud de onda. Mas por otro lado esta misma energía E = m ∙ c², de dónde m ∙ c²= h. (c/l), lo cual implica que l=h/ (m.c) Asunto que, para evitar decir que el fotón tiene masa puede interpretarse en términos de la interconversión entre masa y energía: el fotón tendría una energía que equivale a una cantidad de masa.