
Víctor Gómez Pin
Indicaba en el escrito anterior que las referencias a la sociología marxista han desaparecido prácticamente de la boca de analistas de prensa, profesores de ciencias humanas, economistas, profesores de filosofía etcétera. Y con ello obviamente tampoco aparecen en los discursos con los que los pocos estudiantes revoltosos justifican su oposición, por ejemplo al modelo europeo de universidades conocido como Bolonia.
Se ha argumentado, acertadamente, que Bolonia acaba con un concepto de universidad que tiene expresión teórica en el Conflicto de las Facultades de Immanuel Kant y concreción práctica en la Universidad de Berlín. Kant y Humboldt veían la universidad esencialmente como un tribunal de la razón, donde la causa final del esfuerzo a realizar eran objetivos de inteligibilidad. La lucidez respecto a las cuestiones fundamentales que atraviesan el alma humana era la meta y los intereses prácticos surgirían como eventuales corolarios: l’intendance suivra -los problemas de intendencia se resolverán por añadidura- espetó el general de Gaulle a un ayudante que, ante su estrategia en la Resistencia, objetó que había problemas de suministro. Pues bien:
En la base de esa conversión de un tribunal de la razón en escuela de formación profesional que supone el proyecto Bolonia, se encuentra la estimación de que los problemas de intendencia no pueden ser diferidos, simplemente porque, resquebrajado, el horno no está para bollos, y lo primero que hay que hacer es repararlo. Los llamados ciclos cortos y sobre todo el énfasis que ponen los legisladores en la necesidad de que de los mismos se salga con un perfil que facilite la plena adaptación a las exigencias del mercado, serían la etapa primera en esta tarea reparadora. Una vez eliminada toda veleidad de que siga habiendo disciplinas marcadas por puras exigencias de inteligibilidad; eliminada en consecuencia la kantiana (¡y peregrina! exclamaría el legislador actual) idea de que el departamento de filosofía perdurara como "un departamento administrativo entre otros y sin embargo toda la universidad" ; eliminada, en suma, la idea de que la razón una e indivisible ha de ser reivindicada en la pluralidad de esas manifestaciones suyas que son las disciplinas científicas o artísticas especializadas… la universidad -pública o privada- empezará realmente a funcionar, al igual que funcionan las cosas cuando nos dejamos de filosofadas y aplicamos criterios empresariales.