Víctor Gómez Pin
He empezado estas reflexiones sobre la physis (el término griego que traducimos por naturaleza) con referencias a una de las teorías físicas susceptibles de mayor impacto por así decirlo literario, la Many-Worlds Interpretation de la Mecánica Cuántica, intentando poner de relieve que pese a lo barroco de la representación se trata de una teoría perfectamente razonable y que apunta a encontrar alternativa a teorías aparentemente más convencionales, pero para algunos no menos problemáticas, en la medida en que ponen en tela de juicio principios fundamentales a los que es difícil renunciar, como por ejemplo el de la subsistencia per se de las cosas naturales. De hecho, los representantes de estas teorías no son tampoco ajenos a una actitud que recuerda las teorías de la doble verdad , aquella que se desprende de sus teorizaciones o sus experimentos, y aquella a la que un sentido más o menos común, pero en todo caso anclada en arraigadas convicciones, les empuja.
En una entrevista sobre las implicaciones filosóficas de su trabajo, realizada pocos años antes de su muerte, el físico John Bell declaraba : « Desearíamos poder tener un punto de vista realista sobre el mundo, hablar del mundo como si realmente estuviera ahí cuando no es observado. Yo ciertamente creo en un mundo que estaba ahí antes de mí, y que seguirá estando ahí después de mí, y creo que usted forma parte de ese mundo. Y creo que la mayoría de los físicos adoptan este punto de vista cuando se los pone contra la pared (when they are being pushed into a corner )"
Hay en esta afirmación un aspecto emotivo. Cuando la interrogación filosófica aprieta, la respuesta realista sería pese a todo preferible. Mas, en todo caso, no en razón de que el filósofo espera forzosamente una respuesta realista. Todo estudiante de filosofía confrontado simplemente a la Crítica de la Razón Pura formula a su manera la misma interrogación que se plantea el gran físico…y tiene asimismo idéntica tendencia a posicionarse en el sentido de una doble verdad.
El físico que, de alguna manera, al completar en el plano experimental el teorema de Bell contribuyó a que éste tenga el enorme peso ontológico y epistemológico que se le confiere, el francés Alain Aspect, declaraba por su parte tras un debate sostenido hace unos años en San Sebastián: "estoy convencido de que el físico elige hacer física por que piensa que el mundo es inteligible. Creo que el físico, a priori, cuando imagina su vida de físico se ve como alguien exterior que va a abrir el reloj para ver lo que pasa en el interior. Creo que, más que nadie, el físico tiene esta creencia ingenua, espontánea, de que existe un mundo independiente de él y que su papel es de descubrir la manera como funciona este mundo…el ideal en principio es que el mundo funciona y se halla ahí aunque el observador no se encuentre."
Curiosa posición en alguien que (en la senda de los Heisenberg, Niels Bohr, etcétera) ha visto no ya que la física ha de reconocer el papel fundamental de la interacción entre el observador y el mundo observado, es decir, ha sacrificado los principios de realismo y de determinismo ( caro también a Feymann, cuando afirmaba que una onda sonora deja un resto- por ejemplo una traza en el tronco de un árbol- aunque nadie lo haya escuchado), sino sacrificado asimismo el principio, no menos importante, de contigüidad.