Víctor Gómez Pin
El diccionario de la Real Academia, ofrece esta caracterización de los términos Idéntico, Idéntica: "Dícese de lo que es lo mismo que otra cosa con que se compara". Identidad es por su parte lo que tiene "cualidad de idéntico". Así pues hablar de identidad supone referirse a una pluralidad que comparte rasgos, una pluralidad puramente numérica; carece de sentido hablar de identidad sin comparación y en consecuencia sin referencia a otro; no hay identidad autista.
En relación a la identidad retomaba en estas columnas hace unos meses una pregunta filosófica clásica: ¿cabe realmente una multiplicidad meramente numérica, es decir, sin notas diferenciales intrínsecas? Caben meramente hablar de dos si carecen de toda diferencia?
Remontándome a Aristóteles señalaba que al nivel de las especies la respuesta es negativa (pues referirse a especies supone precisamente considerar la diferencia cualitativa en el seno de un género) pero que la cosa es mucho más ambigua respecto a los individuos: las diferencias que nos permiten ver en tal individuo aquí presente como representante de la especie chimpancé (mientras que ese otro individuo, aquí presente asimismo, es representante de la especie bonobo) serían estables o esenciales, mientras que las diferencias mediante las cuales podemos distinguir al chimpancé x del chimpancé y, o al individuo Sócrates de individuo Calias, serían puramente azarosas, accidentales, contingentes y fugitivas. De ahí la tesis aristotélica de que no hay ciencia de los individuos, que la ciencia acaba allí dónde conseguimos distinguir a una especie de otra especie.
De hecho estas diferencias entre dos individuos de una misma especie podrían anularse como en algún caso límite, como el de los auténticos gemelos. Consideremos pues que efectivamente x e y son dos gemelos que además van vestidos, peinados etcétera de la misma manera. ¿Qué hace que no los confundamos? Cabe decir que ello se debe a la multiplicidad cuantitativa de la especie en el seno del espacio y el tiempo. En el tiempo, Sócrates ayer y Socrates hoy son dos, no uno; y si se trata de ahora, Sócrates aquí y su gemelo unos metros más allá. Esta contingencia de los rasgos diferenciales cualitativos cuando se trata del individuo supone que, a la hora de referirse a éste, lo único importante es exactamente lo que la etimología dice: indiviso respecto a sí mismos y dividido respecto a todos los demás (por decirlo en términos de Francisco Suárez) es decir la definición misma de uno. Si hay individuos hay multiplicidad meramente cuantitativa, cabría entonces decir respondiendo a la pregunta.
Pues bien, señalaba que el principio de los indiscernibles leibniziano venía a dar al traste con esta concepción: lejos de admitir que la diversidad de posiciones en el espacio y el tiempo basta para distinguir a una realidad de otra, Leibniz nos invita a considerar la posibilidad de que sólo se den tiempo y espacio en razón de que las cosas de inmediato se distinguen por rasgos intrínsecos, de tal modo que sin relación diferencial intrínseca no cabría hablar de especies ni de individuos. Y citaba a Leibniz: "El principio de individualización se reduce en los individuos al principio de distinción del que hablaba. Si dos individuos fueran absolutamente similares e iguales y así (en una palabra) indistinguibles por sí mismos, no habría principio de individuación ; e incluso me atrevo a decir que en estas condiciones no habría distinción individual ni individuos diferentes"
Pero, ¿qué es una relación diferencial intrínseca? La respuesta inmediata es que se trata de una relación en la que hay desigualdad. No hay dos si el uno no es difiere por algo que le hace desigual respecto al otro. Obsérvese que desigualdad no quiere decir jerarquía, al menos de inmediato (un chimpancé y un bonobo son desiguales sin por ello tener relación de jerarquía), aunque veremos que la desigualdad misma acabará generando algo que conlleva esa desigualdad jerárquica. Introduzco ahora la reflexión al respecto de uno de los autores más difíciles de seguir, el Hegel de la Ciencia de la Lógica. Hegel combate la concepción según la cual "las cosas son diferentes aun cuando ellas sean múltiples sólo bajo el aspecto numérico, es decir, diversas en general, no desiguales, combate aquello que en otro momento de su reflexión calificará de "ternura común por las cosas"