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Asuntos metafísicos 63: ¿Qué camino tomar?

Por 26 de agosto de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Las condiciones de la vía de la ciencia. Grosso modo, sabemos las implicaciones ontológicas de asuntos técnicos propios de las disciplinas científicas, concretamente de la física, como el teorema de Bell. Pero obviamente cabe saber con mayor acuidad.  Cabe  pensar en los términos en los que lo hacen los filósofos de la ciencia, lo cual supone formarse o seguir formándose en las disciplinas que permiten ahondar en el aspecto técnico de los problemas. Así  por ejemplo adentrarse en todas las discusiones de extraordinaria  complejidad relativas a la localidad, lo cual implica también considerar las tentativas para refutar  que la localidad  sea de verdad experimentalmente  violada;   y obviamente hay que considerar asimismo las respuestas que se han dado  a estos esfuerzos conservadores. Y caso de asumir decididamente  la no localidad cuántica,  hay entonces otros retos, por ejemplo el de discernir si una naturaleza no sometida a la   localidad  entra realmente  en contradicción con la Relatividad Restringida. Pregunta que a su vez  supone el determinar  si la velocidad de la luz es, en el marco de tal teoría, un limite infranqueable o simplemente un invariante para todos los referenciales galileanos (de tal manera que si un tren se mueve a una velocidad rectilínea uniforme, por enorme que su velocidad sea, la velocidad del rayo de luz que comparte dirección y sentido será la misma medida desde el tren que medida de la estación).  Y sea cual sea la respuesta a las anteriores preguntas, interrogación complementaria  es la de si la correlación a distancia que supone la violación de las desigualdades de Bell puede o no ser utilizada para el envío de señales, es decir si  la  naturaleza posibilita lo siguiente: un sujeto humano  controla un evento A que tiene influencia sobre un evento B espacialmente separado del primero y percibido por un segundo sujeto humano[1]

En suma, si en el tratamiento de las cuestiones ontológicas se sigue el camino de la ciencia, entonces no es obviable un cierto dominio de la Teoría de la Relatividad, pero hay asimismo que pasar por otras cuestiones. Pues en cuanto se sale de la consideración estrecha de una determinada  disciplina científica (quizás  simplemente como resultado de la simple constatación de que hay otras ), surge de inmediato la pregunta sobre si los objetos en  los que la ciencia especializada  se vuelca se hallan meramente dispersos o si hay unidad entre ellos, lo cual llevaría a buscar  una unidad entre las diferentes disciplinas. Desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia la hipótesis de la unidad supondría la existencia  de una teoría fundamental provista de un modelo que pudiera dar cuenta exhaustiva de la realidad, o al menos de la realidad  de la que  la ciencia se ocupa.

Abrirse simplemente a este problema, es decir,  considerar meramente lo que la hipótesis supone,  implica  inevitablemente iniciarse  a los aspectos técnicos en materias aquí  aun ni siquiera evocadas. Pues habría que abordar cuestiones de termodinámica y preguntarse  si los principios estadísticos en los que esta disciplina se sustenta son reductibles a los de la mecánica cuántica o las bases de la relatividad. Pero, de nuevo ¿cómo meterse en este asunto sin la disposición para confrontarse a duros retos técnicos? Y el problema no se acaba ahí,  pues el espectro de la ciencia es amplio, al menos en lo relativo a su ambición. Tratándose de la vida y aun de la vida animal, la química  rige pues a ella se reduciría la genética, núcleo de la biología. Pero la dificultad radical es cuando se apunta  a que  el hombre mismo se convierta en su objetivo, lo cual para toda tentativa reduccionista supone ni más ni menos que intentar dar cuenta del lenguaje. Quizás  los  teóricos de la llamada sociobiología pueden adentrarse  sin reparos en tal proyecto, pero siempre chocarán con la evidencia que  dar cuenta del lenguaje supone dar cuenta de aquello mismo que fundamenta el hecho de dar cuenta. Mas en todo caso una reflexión crítica sobre las aspiraciones de la sociobiología exigiría  refutar argumentos vinculados a aspectos técnicos  que es muy difícil controlar. ¿Renunciar pues, o apuntar para la filosofía  otra forma de abordaje?

 

¿Otra forma d abordaje? Se ha hecho ciertamente filosofía a priori, dejándose llevar simplemente por la fuerza del concepto (así al menos quiso hacer filosofía Hegel en su Ciencia de la Lógica). Pero ello sólo es posible si el espíritu, es decir, la potencia del lenguaje, no es frenado por las inevitables contingencias, lo cual puede ser en última instancia mera cuestión de fortuna. Si el espíritu está presente, entonces, aun observando la empiria (eventualmente de soslayo, como el cantante lírico concentrado por la exigencia de su actuación  mira no obstante la batuta) y las teorías sobre la misma, aun  atentos a los datos proporcionados por la física,  la química, la biología, incluso las ciencias del hombre, incluida la parte archivable de la lingüística…lo que legisla  es la tensión del concepto, el cual integra todo el cúmulo de datos, los somete a sus exigencias y precisamente por esta sumisión los revitaliza. 

En ausencia de tal mediatización por lo que no es en definitiva otra cosa que la fuerza de la palabra, sólo se presenta como viable la tarea de archivar asépticamente  lo que hasta ahora se ha pensado. Se propone el ser humano tener un mapa descriptivo del mundo y necesita para ello armas, que él mismo forja en lo que  constituye precisamente la ciencia. Tal exigencia  se presenta en razón  de que el hombre quiere el control sobre  ese mundo, pero quizás también en razón meramente de que el mundo le ha sorprendido. En tal caso no bastará con describirlo, sino que será necesario aclararlo, dar razón de él. Y aquí entra en juego la remisión a principios. Ulterior etapa es que por una u otra circunstancia (en nuestro tiempo en razón de la pertinencia de una disciplina especializada que se ha  desbordado  a sí misma) los principios vengan literalmente a ser  sometidos a juicio. En ellos estamos en estos asuntos metafísicos, o estábamos… ya que  en cada etapa retorna la pregunta de cómo y por dónde seguir. Pues no parece que haya para la filosofía  una secuencia dada de trabas a superar. Los problemas filosóficos se fraguan en la filosofía misma. Este es uno de los lugares en los que alcanzan sentido concreto la socorrida metáfora de la construcción del camino en el hecho mismo de ponerse en marcha. Pero  si ello es así, la incertidumbre  es máxima,  pues la metáfora misma  indica que la acción de avanzar no es seguro que exprese  el acto  de una potencia, la actualización de una facultad. Ello respecto al sujeto que piensa, pues respecto a los contenidos del pensar    ni siquiera es seguro que el andar de la filosofía se traduzca  necesariamente en secuencia de problemas.  Cabe la conjetura de que el hecho deinterrogarse  sea en realidad sólo una expresión entre otras  de que hay filosofía, filosofía en el sentido de esa actitud del espíritu humano que Kant consideraba como universal y jamás erradicable,  aunque su  crítica tuviera como objeto el mostrar que nunca podría  alcanzar sus objetivos  al menos por la vía del conocimiento sometido a criterios de verificación. Si el lazo con la libertad el mundo y la causa incondicionada caracteriza al ser de razón y si tal lazo  no tiene solución cognoscitiva, habrá necesariamente entonces que abordar la cosa de otra manera, es decir, de forma no interrogativa, cabría argumentar. Todo ello sin duda como mera conjetura, la cual de momento es una manera de seguir un trecho  en la actitud  de neutralidad respecto a los intereses del sujeto empírico, lo cual  parece la marca misma de la filosofía. Trecho corto, que se quisiera prolongar. 


[1]     Recuérdese el significado de la separación  espacial: en el tiempo que separa  los eventos A y B la luz no podría cubrir la distancia. entre ambos.  

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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