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Asuntos metafísicos 59: De Segismundo a Crusoe: ¿ implica el hablar que hay un mundo exterior?

Por 22 de julio de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Arrancaré hoy evocando una ponencia del filósofo Ulises Moulines [1] presentada hace muchos años   en el Congreso Internacional  de Ontología, que  con periodicidad bienal  se celebra en San Sebastián y Barcelona.

 Bajo el título de "Lo racional y lo real" se trataba  en aquella ocasión de  celebrar la obra de Descartes en el cuarto centenario de su nacimiento. Contexto idóneo para que  Moulines efectuara una "Defensa del solipsismo", tomando como principal texto de apoyo para su argumentación no las Meditaciones del gran pensador francés sino La vida es sueño de Calderón. Recordemos:  Segismundo "vive" en dos mundos, cada uno de los cuales le aparece desde la perspectiva del otro como irreal. Para Segismundo tiene  sentido vivir en la mazmorra de la torre y vivir en el palacio, pero no hay transición de sentido entre uno y otro marco. Pues bien: en su exposición Moulines dramatizaba las tribulaciones de Segismundo, confrontándole a los argumentos de sofisticados filósofos realistas .

El contrapunto de la tesis del carácter onírico de la vida viene en primer lugar  dado por  los argumentos semánticos en favor del realismo, en  concreto  los de Wittgenstein al cual Moulines califica de "positivista refinado": Por el mero hecho  de que Segismundo hable y de que lo haga con sentido debería  aceptar la realidad de los sucesos que vive. "Hablas, luego te refieres a algo real además de tí mismo". Este, nos dice Moulines,  sería el teorema semántico que habría que demostrar a Segismundo. No está aquí lejos, aplicada al realismo, la argumentación aristotélica relativa al principio de no contradicción. Recordemos ( asunto ya tratado aquí) que Aristóteles se refiera a este axioma arquitectónico,  como  "principio más firme", es decir, ese principio respecto al cual es imposible engañarse o tomarlo como mero postulado: "pues un principio cuya posesión es necesaria para cualquier conocimiento no puede constituir una mera hipótesis" . [2]

 

Lo simpático en aquella ponencia de Ulises Moulines fue su toma de posición en favor de la resistencia de Segismundo y su disposición a servirle de escudero,apoyar con armas filosóficas lo que Moulines  llamaba "el reto de Calderón". Moulines se complace en desmontar las dos premisas subyacentes del argumento semántico:

1El lenguaje tiene que aprenderse y ser controlado pero este aprendizaje y control implicaría la comunicación intersubjetiva. 2 La comunicación intersubjetiva supondría  la existencia de un mundo no subjetivo externo.

Moulines contra-argumenta en favor de Segismundo evocando a Berkeley y su comunidad de mentes flotando libremente (es decir sin espacio exterior a las subjetividades que  medie)  y a Ernst Mach (conglomerado de sensaciones interactuando sin exterioridad alguna). Pero su apunte esencial en favor de Segismundo es el siguiente: ¿De dónde se infiere que el aprendizaje debe implicar algún tipo de actividad anclada inter-subjetivamente? Y su respuesta es simplemente que la base de tal inferencia es contestable. Pues bien: en un simposio reciente en que se le rendía homenaje me permití ayudar, por así decirlo, a  Moulines en su tesis, evocando otro texto literario, el Robinson Crusoe de Daniel Defoe:[3]

Ciertamente  de alguna manera la intersubjetividad en la que Crusoe adquirió el lenguaje sigue estando presente en la isla.  Crusoe  no está en soledad como podría estarlo un animal, eventualmente mejor dotado por la naturaleza si emergiera  un problema de subsistencia. El Crusoe solitario representa todo aquello que posibilitó el lenguaje y con ello  el pensamiento especificamente humano. Así pues cabría en principio sostener que   el perdurar de Crusoe  supondría de hecho el perdurar de todo  el acerbo de intersubjetividad  que caracteriza a la especie, y sería en razón de  tal perdurar de la intersubjetividad que, permanentemente Crusoe  habla. En suma: nada en Crusoe chocaría con el argumento semántico en favor del realismo.  

Y sin embargo creo efectivamente que la tesis de Moulines es muy sólida. Pues ¿Con quien habla ese Crusoe al que nadie puede escuchar?  En una de estas columnas  he respondido hace tiempo  a esta pregunta diciendo que Crusoe habla con aquel mismo a quien se dirige el científico  cuando  aventura hipótesis para las que no había quizás  entonces  interlocutor competente, o el creador que forja una sentencia hasta entonces jamás pronunciada. La intersubjetividad que fue la condición de tal hablar  no es ya  sin embargo lo que entonces legisla. Legisla el sujeto humano como tal, sujeto del conocimiento o sujeto forjador de símbolos, sujeto asimismo de ese imperativo por el cual, cualquiera que sea la circunstancia, mientras se de un hombre, la ley que forja a los hombres está plenamente vigente. Y este sujeto  es el interlocutor verídico no sólo compatible con la situación de soledad sino quizás accesible tan sólo en la misma.

Como el científico o el creador, habla el solitario Robinson consigo  mismo en  tanto  que  espejo en el que se reconoce la esencia de la humanidad. Y tal cosa hacemos cada una de nosotros en las ocasiones en las que el pensamiento, en lugar de complacerse en lo dado,  se esfuerza por entender, metaforizar o resolver, ya se trate de asuntos teoréticos o de asuntos prácticos; ya se trate de organización general de la sociedad o de asuntos en los que propia  intimidad es lo que está  en juego.

Ello explica muchas de las peripecias radicalmente espirituales que marcan al héroe de este gran relato. La actualización continua de sus recursos memorísticos y de su ingenio  le permite   por ejemplo   el aprendizaje  de nuevas técnicas, quizás triviales para los demás, mas no para él, puesto  que  las descubre por vez primera. Abocado al principio a  forjar  instrumentos  de utilidad práctica que le eran conocidos, acaba- momento fascinante-  forjando otros que no había visto jamás o de los que  no tenía memoria: tal  una rueda que  construye  habilidosamente con una cuerda activada con el pie, de manera a conservar las manos libres.

Pero no se agota ahí la cosa, pues Crusoe activa sus potencias cognoscitivas más allá de toda utilidad, lo que le lleva a adquirir la disposición de espíritu   que caracteriza al ejercicio de las matemáticas cuya virtud (como se indica en un prodigioso texto de Aristóteles que aquí hemos podido leer), va más allá de toda finalidad práctica. En soledad, Crusoe se inscribe en el tiempo de manera no pasiva y forja un calendario    que le ayuda a  conserva la memoria de fechas simbólicas. Crusoe vive así  su destino como algo irreductible al entorno empírico,  aunque, obviamente,  determinado por el mismo.

Casi como expresión de todo ello, como expresión de su permanente diálogo con todo aquello que forja su humanidad  el lugar físico en que  habita no es  meramente   una guarida, un lugar que protege de amenazas e intemperies,  sino una casa, un lugar dónde hay fuego y amplitud, es decir, un ámbito susceptible de recibir a otros hombres y compartir con ellos alimento y palabra.

                                                        ***

Recordemos el "teorema semántico" que habría que demostrar a Segismundo: "Hablas luego te refieres a algo real además de tí mismo". Pues bien, no es seguro que   Segismundo quedara convencidos por la fuerza de la argumentación. Menos lo es todavía tratándose del heroe de Defoe. Pues ¿como convencer al Crusoe forjador de instrumentos desconocidos y atraído  por la rigorosa belleza de la matemática "que el aprendizaje y control implique la comunicación intersubjetiva"? Y no admitiendo la premisa de base,  poco importará ya  a Crusoe si la comunicación intersubjetiva supone o no supone  "la existencia de un mundo no subjetivo externo". 


[1]              Nacido en Venezuela , vinculado profundamente a Mexico, Catedrático de Filosofía de la Ciencia en Alemania, vecino de la localidad  francesa de Auxerre y con alma  política en la Cataluña de la que sus padres eran trabajadores exiliados , Ulises Moulines  parece encarnar el destino de aquel  Descartes, para quien  el  tener  hogar,  tanto físico  como espiritual , en Holanda,  errar por toda Europa  y vivir sus últimos días en Suecia fue  la manera de ser fiel a esa  Francia  cuya lengua literalmente fertilizó.           

[2]              . Por ello, si alguien asevera que tal principio no rige en el ser y en el pensamiento, diremos simplemente que  no hay concordancia entre su decir y el hecho mismo de que esté diciendo algo, pues aquel que efectivamente  viviera sin experimentar la primacía del principio dejaría de pensar y hablar, y su estatuto ni siquiera sería homologable al de un animal, por lo cual razonar ante él sería como dirigir la palabra a una planta (omoios gar phyto ho toioutosMetafísica 1006 a 14-15).

[3]              Recuérdes la trama: tras luchar contra las olas que hasta tres veces le arrojan sobre peñascos, alcanzar la orilla y encontrar refugio entre las ramas  de un árbol al día siguiente sobrevivir es para Crusoe la única urgencia, el primer imperativo. Respondiendo a este imperativo, explora   los aledaños de la costa, descubriendo así la presencia del barco encallado, de cuyo naufragio era víctima, en cuyo interior encontrará no sólo una bien provista despensa, sino los  instrumentos básicos para la construcción  de un refugio y hasta semillas que le permitirán un día hacer de aquel territorio meramente  natural un territorio humanizado. 

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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