Víctor Gómez Pin
Sostenía en la columna anterior que sin crisis en algún ámbito fundamental no hay emergencia de hipótesis enriquecedoras del pensamiento, y ni siquiera se aprehende el aspecto vivificador que tuvo en su día alguna hipótesis más tarde convertida en esterilizadora vulgata. Situaba como ejemplo a la teoría de la relatividad, contrapunto que permite aprehender todo el peso de las tesis kantiana y newtoniana relativas a tiempo y espacio, y aludía asimismo a la necesidad de poner sobre el tapete (es decir conferirle toda la importancia que tiene) concepciones muy ancladas relativas a la naturaleza.
De ahí el interés que en pensadores del siglo XX tan diferentes como Heidegger o Erwin Schrödinger provocó el término griego physis, más o menos vertido en Latín por el término natura y en Castellano por el de naturaleza. Y digo más o menos en razón de que para determinar si lo que designamos por naturaleza corresponde a physis, habría que tener claro lo que este último término dice, cosa bien difícil, dado que no sólo es usado con sentidos diferentes por diversos pensadores, narradores y poetas, sino que tampoco hay univocidad tratándose de un mismo autor.
Al respecto me he referido ya aquí a la equivocidad de physis en el propio Aristóteles. En ocasiones physis designa lo tridimensional denso, concreto y en consecuencia susceptible de movimiento o reposo, frente a lo abstracto sea o no tridimensional, volúmenes superficies o líneas, objeto de la matemática que sólo adquieren ser por prestigio del espíritu.
Physis es empleado por el propio Estagirita en sentido más restringido como aquello que tiene en si mismo el principio de movimiento o reposo, lo vivo en suma en contraposición a lo inerte.
Finalmente physis es utilizado asimismo para designar las cosas que se dan sin mediación por la techne, que caracteriza entre los animales al hombre: cosa física es en este sentido la madera en contraposición a ese fruto de la techne que es la silla.
Los pensadores a los que aludía interesados por la cuestión de qué es la physis y cómo se determina (por retomar los términos de Heidegger) se han volcado más bien sobre los presocráticos, quizás por considerar que en estos podría haber un horizonte de comprensión más abierto, dado que, de alguna manera, Aristóteles tendría responsabilidad mayor en la fijación de postulados con los que implícitamente mediatizamos nuestra percepción de la naturaleza.
Así el libro de Schrödinger La naturaleza y los griegos apenas llega a referirse a Platón, y cuando lo hace (desde luego injustamente) para considerar que lo más valioso de la filosofía de la Academia estaría ya contenido en el pensamiento de los pitagóricos.
Y ciertamente Aristóteles ha fijado también en este asunto (¡fundamental!) no ya lo que ha de ser pensado sino también el marco en el que cabe pensarlo. En consecuencia puede ser muy útil retornar a los presocráticos con la expectativa de que en sus textos puedan aportar a nuestro tiempo esa "nueva y potente energía" que Husserl buscaba en las Meditaciones cartesianas. Pero antes de ir a los presocráticos, útil es tener claras las razones de este eventual retorno, tener claro en qué nuestra concepción de la naturaleza ha quedado mutilada, desmentida por la propia naturaleza. De ahí la reflexión sobre ciertas implicaciones filosóficas de la física contemporánea que han venido ocupando esta reflexión.