Víctor Gómez Pin
La conjetura del mensajero tachyon.
La hipótesis de una partícula susceptible de trascender la velocidad de la luz[1] ha sido avanzada desde hace casi cincuenta años, y en múltiples ocasiones precisamente para intentar dar respuesta al rompecabezas que para la visión clásica de la naturaleza supone el teorema de Bell. Si el acontecimiento que constituye la percepción por el fotón F1 de la disposición del polarizador a la izquierda es comunicado a velocidad supraliminar al fotón F2, espacialmente separado (en el sentido técnico arriba enunciado) del primero, cabe pensar que (con antelación al inmediato encuentro con su propio polarizador) el segundo adapta su comportamiento a la información así recibida.
La hipótesis parece ciertamente fantasiosa: ¿qué es esto de que un fotón envía al tachyon como si fuera un espía? Y aun admitiéndolo, ¿de que forma esta información tiene peso para determinar el comportamiento del que la recibe? ¿Es acaso el fotón un sujeto con una suerte de libre albedrío? Estas y otras objeciones de sentido común no han impedido que la candidatura del tachyon haya sido promovida…en razón de considerar que no hay postulante mejor. Y sin embargo el tachyon presenta múltiples flancos débiles. Uno de ellos es el siguiente:
Se supone que el acontecimiento A que ejerce una influencia en el acontecimiento B es precedente en el orden temporal. Ahora bien la teoría de la relatividad restringida ha demostrado que para los acontecimientos espacialmente separados el orden temporal depende del referencial. [2] Si en nuestro sistema de coordinación, A precede en pocos segundos a B, en el sistema de coordinación de una entidad que se desplaza a una velocidad suficiente (coordinación en el interior de un tren que circula realmente a alta velocidad) es B quien precede a A. Así pues, si para nosotros A tiene el lógico efecto sobre algo que viene después, para el observador instalado en el referencial que se desplaza A tiene un efecto sobre algo, a saber B, que aconteció en el pasado.
De superar la separación espacial a actuar sobre el pasado.
A estas alturas esto ya no debería siquiera resultar sorprendente. ¿No estamos hablando de superar distancias espaciales que, en un tiempo dado, parecían infranqueables para la propia luz? Un fotón no puede ni trascender la separación espacial ni invertir el orden de precedencia temporal, pero un tachyon, precisamente porque es capaz de lo primero lo es también de lo segundo. Sin embargo hay razones físicas para excluir la hipótesis, a saber que el tachyón que viajara en el pasado tendría entonces energía negativa, lo cual acarrearía indeseables desequilibrios para el sistema en el que el tachyón opera.
Para evitar hablar de efecto sobre el pasado existe un principio llamado de reinterpretación que invierte el sentido [3] de la partícula "supraluminar", de tal modo que B es entonces el emisor y A el receptor. No hay sin embargo mucha seguridad de que el expediente arregle las cosas y ello por esta simple razón: necesitábamos explicar una correlación consistente en que dirigir el fotón F1 hacia una u otra inclinación del polarizador influencia el acontecimiento que constituye el encuentro de F2, con su propio polarizador, no la inversa. Se han avanzado asimismo argumentos para superar esta objeción, los cuales a su vez han sido contestados. Pero no entraré, o al menos no por el momento, en esta casuística, no menos sutil que la -ya aquí considerada- surgida en torno a la conjetura de Luis de Molina sobre la intervención en el pasado que supondría la incidencia de nuestra voluntad -de salvarnos o no- en lo determinado de una vez para siempre por el Señor.
[1] El físico americano Gerald Feinberg fue pionero en introducir la hipótesis de los tachyones; "Possibility of Faster.-Than- Light Particles. Physical Review 159 1089-1105 (1967).
[2] Tal no es el caso de los acontecimientos que están temporalmente separados, pues la inclinación de los planos de simultaneidad nunca alcanzan el cono de luz.
[3] Con mayor precisión: reinterpreta el vector momento del tachyón en relación a las velocidades instantáneas relativas a los tres componentes espaciales y al componente temporal, los diferenciales de todos ellos divididos por el diferencial del llamado tiempo propio