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Asuntos metafísicos 48: de nuevo el fantasma de la causa inversa

Por 6 de mayo de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

La conjetura del mensajero tachyon.

 La hipótesis de una partícula susceptible de trascender la velocidad de la luz[1]  ha sido avanzada desde hace casi cincuenta años, y en múltiples ocasiones precisamente para intentar dar respuesta al rompecabezas que para la visión clásica de la naturaleza supone el teorema de Bell. Si el acontecimiento  que constituye la percepción por el fotón F1  de la disposición del polarizador a  la izquierda es comunicado a velocidad supraliminar al fotón F2, espacialmente separado (en el sentido técnico arriba enunciado) del primero, cabe pensar que (con antelación al inmediato encuentro con su propio  polarizador) el segundo adapta su comportamiento a la información así recibida.

La hipótesis parece ciertamente fantasiosa:  ¿qué es esto de que  un fotón envía al tachyon como si fuera un espía? Y aun admitiéndolo, ¿de que forma esta información tiene peso para determinar el comportamiento del que la recibe? ¿Es acaso el fotón  un sujeto con una suerte de libre albedrío? Estas y otras  objeciones de sentido común no han impedido que la candidatura del tachyon haya sido promovida…en razón de considerar que no hay postulante mejor. Y sin embargo el tachyon presenta múltiples flancos débiles. Uno de ellos es el siguiente:

Se supone que el acontecimiento A que ejerce una influencia en el acontecimiento B es precedente en el orden temporal. Ahora bien la teoría de la relatividad restringida ha demostrado que para los acontecimientos espacialmente separados el orden temporal depende del referencial. [2] Si en nuestro sistema de coordinación, A precede en pocos segundos a B, en el sistema de coordinación de una entidad que se desplaza a una velocidad suficiente   (coordinación en el interior de un tren que circula realmente a alta velocidad) es B quien precede a A. Así pues, si para nosotros A tiene el lógico efecto sobre algo que viene después, para el observador instalado en el referencial que se desplaza  A tiene un efecto sobre algo, a saber B, que aconteció en el pasado.

De superar la separación espacial a actuar sobre el pasado. 

A estas alturas esto ya no debería siquiera resultar sorprendente. ¿No estamos hablando de superar distancias espaciales que, en un tiempo dado, parecían infranqueables para la propia luz? Un fotón no puede ni trascender la separación  espacial ni invertir el orden de precedencia temporal,   pero un tachyon, precisamente porque es capaz de  lo primero  lo es también  de lo segundo.   Sin embargo hay razones físicas para excluir la hipótesis, a saber que el tachyón que viajara en el pasado tendría entonces energía negativa, lo cual acarrearía  indeseables desequilibrios para el sistema en el que el tachyón opera.

Para evitar hablar de efecto sobre el pasado  existe un principio llamado de reinterpretación   que  invierte el sentido [3] de la partícula  "supraluminar", de tal modo que  B es entonces el emisor y A el receptor. No hay sin embargo mucha seguridad de que el expediente arregle las cosas y ello por esta simple razón: necesitábamos explicar una correlación consistente en que   dirigir el fotón   F1   hacia una u otra inclinación del polarizador   influencia el acontecimiento que constituye el encuentro de  F2, con su propio polarizador, no la inversa. Se han avanzado asimismo argumentos para superar esta objeción, los cuales a su vez han sido contestados. Pero no entraré, o al menos no por el momento, en esta casuística, no menos sutil que la -ya aquí considerada- surgida en  torno a la conjetura de Luis de Molina sobre la intervención en el pasado que supondría la incidencia de nuestra voluntad -de salvarnos o no-  en lo determinado de  una vez para siempre por el Señor.


[1]     El físico americano Gerald Feinberg fue pionero en introducir la hipótesis de los tachyones; "Possibility of Faster.-Than- Light Particles. Physical Review 159 1089-1105 (1967). 

[2]     Tal no es el caso de los acontecimientos que están temporalmente separados, pues la inclinación de los planos  de simultaneidad nunca alcanzan el cono de luz.

[3]     Con mayor precisión: reinterpreta el vector momento del tachyón en relación a las velocidades instantáneas  relativas a los tres componentes espaciales y al componente temporal, los diferenciales de todos ellos divididos por el diferencial del llamado tiempo propio

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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