Vicente Molina Foix
Todos los seleccionados son hombres en ‘Prodigiosos mirmidones. Antología y apología del dandismo’, eludiendo así el libro, que acaba de aparecer, el asunto del dandismo femenino, en el que yo creo firmemente. Publicado por la editorial madrileña Capitán Swing, ‘Prodigiosos mirmidones’ consiste en una amplia selección de textos comentados por sus coordinadores, Leticia García y Carlos Primo, que lo introducen, después del prólogo de Luis Antonio de Villena. La obra se lee con gusto, aunque resulten superfluas, a mi juicio, las ilustraciones, a medias entre la caricatura y el tebeo, las cosas menos ‘dandy’ del mundo.
El espectáculo del dandismo siempre interesa y siempre entretiene, si bien yo sospecho que el verdadero ‘dandy’ es una criatura sumamente aburrida, aniquilada por el esfuerzo en parecer más que en ser; Lord Byron, que estaba muy celoso de que la gente alabara por encima de la suya la elegancia de su contemporáneo ‘Beau’ Brummell, dijo en cierta ocasión con astuta malicia que la levita de Brummell tenía más pensamiento que su cabeza. Claro que en este libro, más narrativo que ensayístico, se trata sobre todo de literatura, y no toda resulta igual de cautivadora. Los ensayos canónicos de Balzac, Barbey d´Aurevilly y Baudelaire (recogidos en los tempranos estudios antológicos de Salvador Clotas y el ya citado Villena, de cuya publicación se cumplirán pronto cuarenta años) aparecen aquí abreviados, pero se agradecen, dentro de la parte teórica, las páginas de Albert Camus; las de Robert de Montesquiou sobre el esnobismo resultan de una tediosa superficialidad, habiendo sido el conde, sin embargo, uno de los ‘dandies’ más puros del tiempo de Proust. Y hay que destacar el rescate como prosista, en su hermosa semblanza de Ezequiel García, del estupendo poeta modernista cubano Julián del Casal.
He leído con particular placer los capítulos de Álvaro Retana y Antonio de Hoyos y Vinent, los mayores decadentistas y pornógrafos de nuestra ‘Belle Époque’. El pequeño apunte de Hoyos sabe a poco, pero se puede por el contrario disfrutar en todo su esplendor mefítico el extenso relato de Retana ‘El encanto fatal’, que data de 1927. No espere el lector encontrar en sus páginas mucho dandismo, aunque tanto Hoyos como Retana sin duda lo encarnaron en sus vidas, y uno habría dado cualquier cosa por conocerles y acompañarles de farra en aquel Madrid de la preguerra civil. ‘El encanto fatal’ es una delirante fantasía gótica sobre un retrato encantado, un marqués lascivo, un inglés draculino y una peripecia entre Felipe II y la princesa de Éboli que explica audazmente el porqué la hermosa princesa se quedó tuerta. El estilo de Retana, de un recamado preciosismo simbolista, brilla en pasajes como éste: "Las bailarinas prodigaban ademanes como sólo los pudo hacer la refinada Cleopatra; sonrisas que únicamente han flotado en el rostro de la pérfida Dalila; miradas codiciosas como las que alumbraron en pretéritos tiempos los ojos malditos de la enamorada del Bautista; temblores de senos como los que antes conmovieron los regazos incestuosos de las hijas de Loth, y crispaduras de manos como las de María de Magdala implorando al Nazareno". Una literatura sin complejos, amoral y sarcástica, que constantemente bordea los límites entre el desenfreno y la exquisitez. Y eso sí que es muy ‘dandy’.