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Sobre el cómic 1

Por 26 de octubre de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Antes de escribir, esta misma semana, acabado el rodaje de la película, el texto prometido a raíz de la polémica surgida por mi artículo de la revista ‘Tiempo’ llamado ‘Dibujos animados’, anticipo hoy la primera réplica urgente que se publicó -en un amplio dossier dedicado al asunto por la propia revista en su número del pasado 2 de octubre- a fin de que se conozcan todos mis pasos en este asunto.

Fobias y amores locos

Escribo este artículo, siguiendo la muy razonable petición de ‘Tiempo’, para tratar de explicarme ante aquellas personas que, en un número sorprendentemente elevado, se han sentido ofendidas por mi artículo ‘Dibujos animados’. Y escribo, por desgracia, para una minoría, pues, junto a la legítima argumentación razonada de una queja o un rechazo a mi texto, lo predominante en esas ofendidas reacciones ha sido la expresión de un grotesco fanatismo propio de secta de iluminados. Por fortuna sé de sobra que los amantes del cómic, la historieta y el cine de animación ni mucho menos son todos de esa baja calidad. Reitero aquí que no aprecio tales formas de expresión, pero me precio de tener entre mis mejores amigos a entusiastas del cómic, como, por ejemplo, el filósofo Fernando Savater, la poeta y profesora Ana Merino o el poeta Luis Alberto de Cuenca, sin olvidarme del inolvidable Terenci Moix, autor de uno de los primeros ensayos serios sobre la materia, que leí en su día y conservo anotado, con la dedicatoria del autor, en mi biblioteca.

No me gustan las películas de animación (dediqué un capítulo de mi reciente libro ‘El cine de las sábanas húmedas’ al porqué) ni tengo ‘feeling’ por la historieta, que conozco (sin seguirla religiosamente al día, eso no) más de lo que piensan algunos de mis indignados replicantes. Pero ¿por qué tanta saña sobre un artículo de 40 líneas? Cuando uno escribe en periódicos, como yo lo hago regularmente desde hace 40 años, la vehemencia puede a veces ser un instrumento para iniciar una polémica; haciendo un recuento rápido, recuerdo haber escrito, sin ser yo un columnista del género ‘killer’, textos más abrasivos que ‘Dibujos animados’ contra, por ejemplo, el teatro del celebrado director Pandur (al que prefiero llamar ‘Pladur’), el cine del iraní Kiarostami y el flamenco, éste último en estas mismas páginas. Eran artículos que reflejaban mis gustos y trataban de expresar una disidencia sin pretender -al contrario que muchos de los que ahora me han contestado en cartas y foros- boicotear, prohibir ni atentar contra la existencia de ninguno de ellos. Mi único ‘delito’ en todos estos casos está hoy por hoy amparado por la ley y es además incruento, pues no sale del campo del juicio estético; Kiarostami sigue imparable su carrera de honores internacionales y el cómic goza de excelente salud, realizado, publicado, leído masivamente y premiado.

De igual modo, cuando alguien desprecia olímpicamente, con el inevitable defecto de la generalización en que incurrí, "el cine francés", "la ópera" o "el arte conceptual", yo, deplorando esa actitud, no empuño las armas ni pido cabezas; algunas de ellas son cabezas queridas. Está, por otro lado, la escala de valores artísticos, y en ese sentido creo sinceramente que Ionesco o Boris Vian se merecen más conmemoración que Astérix, del mismo modo que pienso que la avalancha mediática a favor del mundo del cómic no tiene su correspondencia en el tratamiento de la videocreación o la música clásica contemporánea, terrenos que a mí me interesan muchísimo más.
Cuando leí el viernes 18 mi artículo ya publicado en ‘Tiempo’ (lo había escrito con anticipación, para no mezclarlo con el rodaje de mi película ‘El dios de madera’), me pareció que había dos pasajes desproporcionados. Uno es la comparación filatélica, y por ella pido disculpa, pues es claramente injusta, aun como ironía. También iba a disculparme por la frase del "escaso aprovechamiento", pero ahora, al leer los comentarios más cafres (Tiempo ha publicado sólo cartas comedidas en su "Buzón" impreso) que me han llegado lo reconsidero. En gente de mucha valía intelectual (el reciente y tristemente desaparecido Juan Antonio Ramírez, cuyos estudios sobre el cómic y la arquitectura fílmica me apasionan, es uno de ellos) la frecuentación de la historieta no causa daños colaterales; en otros, por desgracia, parece fomentar la zafiedad y la tontuna.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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