Vicente Molina Foix
El destino del escritor cómico tiende a ser triste. Sus lectores le aman como a nadie, pero no suelen acompañarle más allá de su muerte. Y la gente seria, entre los que se cuenta la mayoría de los críticos, tiene poco tiempo para el estudio de las carcajadas. Aun así, la literatura británica no ha parado de producir genios del humorismo desde sus orígenes hasta nuestros días, y entre los del siglo XX, abundante en ellos, destaca para mí la escocesa Muriel Spark, fallecida a los 88 años en abril de 2006. Autora muy prolífica y diversa, ‘Memento mori’, que aquí publica ahora Plataforma Editorial, fue la tercera de sus novelas y tal vez la más burlesca de todas, manteniendo con gran entereza la comparación con otro libro algo anterior al suyo y similar por el asunto, ‘Los seres queridos’, de Evelyn Waugh.
La edad provecta (sus personajes principales no bajan de los setenta años), las enfermedades que naturalmente conlleva y el aparato interno de la sanidad son los componentes esenciales de ‘Memento mori’, a los que se viene a unir, desde el misterioso arranque, el factor de la intriga: una voz hace llamadas a los ancianos con la misma y escueta frase. "Recuerda que debes morir". La aparición del estamento policial, en la figura del inspector Mortimer, intensifica la comicidad del relato, que acaba, y con eso no contamos el final, con un listado de enfermedades mortales y víctimas. Estupendo desenlace sardónico de una novela que, sin estar a la altura de las obras maestras de Spark (que para mí son ‘Las señoritas de escasos medios’, ‘Los mejores tiempos de Miss Brodie’ y algunos de sus relatos para el New Yorker’), resulta ya muy representativa de la personalidad literaria de su autora.