
Vicente Molina Foix
A costa de ser acusado de exhibicionista no me resisto a incluir y comentar brevemente esta estupenda foto que mi amigo Axier Uzkudun tomó en Valencia durante el rodaje de una secuencia en el interior del nuevo mercado de Mosén Sorell, y que me ha mandado junto a otras no menos estupendas también impresionadas en los días que allí pasó.
Una de mis muchas contradicciones es detestar el género costumbrista en literatura y en cine y amarlo desvergonzadamente en la pintura, con una especial inclinación a esa rama del ‘ismo’ que son los bodegones con figuras, en los que desaparece casi por completo la dimensión metafísica o moralizante que las naturalezas muertas tienen en Zurbarán o Cotán o algunos flamencos. A mí me gustan los italianos en esta rama florida del arte: las carniceras orondas de los Bassano, las viejas friendo huevos (sobre todo si los pinta Velázquez) y los desdentados pescaderos que sonríen como si llevaran todo el pescado vendido antes de empezar a pintarse su cuadro.
Así que he hecho muchas bromas en mi carrera de crítico de cine contra lo que llamé "cine de tazón", una sublimación figurativa del casticismo hispano, y luego fui y metí en ‘Sagitario’ a Enrique Alcides, el joven protagonista, bebiéndose uno de achicoria en una cocina very Spanish donde tenía detrás, junto a una pila de platos sin lavar, a su madre quejosa, interpretada por Mónica Randall.
Y, sin premeditarlo, dos de mis escenas favoritas de aquella opera prima fílmica y de ‘El dios de madera’ que ahora filmo son bodegones. En ‘Sagitario’, la cámara se paseaba encima de una mesa llena de viandas y delante de una pared de cocina cargada de cacillos y espumaderas, mientras José Pedro Carrión, en su papel de cocinero untuoso, citaba a Santa Teresa. En ‘El dios de madera’, para una escena en la que Yao, el inmigrante senegalés (Madi Diocou) merodea por un mercado ‘high tech’ antes de comprarle a María Luisa/Mavi (Marisa Paredes) unos modestos tamarindos, montamos un gran puesto de pescado, y mi equipo de arte me regaló como protagonista indiscutible del elenco el terrorífico rape de grandes fauces que vemos en el primer término de la foto. A Yao le causa efecto en la película, y a mí me despertó no el hambre sino las ganas de filmar. Luego me dejé retratar ante el monstruo.