Vicente Luis Mora
En 1961, el escritor polaco Stanislaw Lem publicó Solaris, una de las mejores novelas del siglo XX. En ella, se describe el planeta homónimo, un océano inmenso capaz de pensar y alterar estados de la conciencia, hermoso, perfeccionista, preparado para analizar a sus observadores -hay una constante reflexión sobre el método científico a lo largo de toda la novela-, y de generar unas formas llamadas mimoides con las que reduplica realidades ajenas, las humanas entre ellas, para reproducir lo que sucede en las originales y entenderlas. La complejidad metafísica y psicológica de esta novela atrajo rápidamente el interés del cine, y se han hecho hasta tres adaptaciones de la obra: la de Nikolai Niremburg en 1968, la maravilla homónima de Andréi Tartokvski en 1972, y una protocolaria y feble revisión de Steven Soderbergh en 2002. / Cinco años después de la publicación de Solaris, la casa Marvel hace aparecer en el número 132 de Thor un nuevo supervillano llamado Ego, también conocido como The Living Planet. Como no soy experto en cómics, ignoro si es una consecuencia directa de la obra de Lem, pero podría perfectamente serlo. Ego es un planeta cruel y sediento de poder, que a lo largo de sus numerosas apariciones en diferentes historietas de superhéroes, intenta adueñarse del Universo y destruir la Tierra.
Es un planeta sabio, capaz también de la reflexión y la recreación de sí mismo en el exterior, y de hecho una de sus mutaciones más interesantes se llama Ego-Prime. Ego-Prime nace cuando la aventurera extraterrestre Tana Nile toma un pedazo de Ego para fertilizar con él planetas muertos; su propósito se ve interrumpido cuando el resto material del planeta viviente se apodera de la conciencia de Nile y nace Ego-Prime, una especie de mini-yo malvado del súper-malvado Ego. El planeta viviente y sus proto-formas son combatidas y derrotadas por Galactus y el resto de héroes, aunque siempre suele sobrevivir y reencarnarse en alguna forma, como las emanaciones corpusculares de Solaris.
Vivimos en los tiempos de los selfies y el yo autoreflexivo. Haciendo una leve trasposición, en la literatura también nos encontramos con que el Ego puede ser un archivillano, una poderosa fuerza del mal, que acaba asolando mundos (narrativos) debido a la falta de control del egocentrismo soberbio. Cuando Charles Xavier, el personaje telépata de los X-men, mira al interior del planeta Ego, "looked into the mind of Ego and found madness, which immediately told him that Ego could not be reasoned with" (wiki de Marvel). Irrazonable es también el yo que intenta apoderarse de los libros y hace pasar las novelas del lado claro de la autobiografía disfrazada al lado oscuro de la fuerza, a la región tenebrosa de la literatura egódica más rechazable, dirigida por un personaje que no es más que un pequeño Ego-Prime del autor. Quién nos defenderá de las autoficciones desatadas, aquellas carentes de autocrítica y volcadas al autobombo; qué superhéroe vendrá a protegernos de Ego, el planeta cruel, compuesto de la misma materia de nuestras pesadillas.
–
–
[Imágenes tomadas de Marvel Universe Wiki, https://marvel.com/universe/Ego, y del blog http://jthenr-comics-vault.tumblr.com/]