42. El estilo
El buen estilo literario no tiene nada que ver con la elección de unas determinadas palabras, ni con una estandarizada selección de cultismos o términos inhabituales para conseguir un efecto de altura. El buen estilo no tiende a subir porque ya estaba arriba (en todo lo alto). "Debe haber una tensión entre una oración principal y otra subordinada, una especie de zigzag, incluso y especialmente cuando la frase tiene un aspecto completamente recto. Hay estilo cuando las palabras producen un resplandor que va de unas a otras, aunque estén muy alejadas" (Deleuze, Conversaciones). El buen estilo no es un ejercicio de imitación de grandes estilos anteriores, caso en el cual se convierte en mímica por escrito, ya que la característica esencial del gran estilo es la singularidad, la personalidad o individualidad de cada estilo, que lo hace intransferible y provoca sentirlo como fuera de lugar, e irrisoria su simulación en las páginas de otro. El estilo no es una adjetivación específica, sino el uso exquisitamente ajustado de cualquier tipo de adjetivación; el gran estilo no rehúye el exabrupto, el taco o la expresión vulgar cuando son necesarios para la historia y adecuados al texto; tampoco requiere de una elevación tonal sostenida, ni de clichés cervantinos o proustianos o shakespearianos (que son clichés cuando se utilizan por alguien distinto a ellos), que producen el torpe y contradictorio resultado de fotocopiar una parte de las Meninas o de la Gioconda y pegarlas al óleo propio, pensando que así se mejora la obra. Raras veces pasará el grand style desapercibido, sumergido bajo la historia, pero puede ocurrir: "Una mediana vida yo posea, / un estilo común y moderado, / que no le note nadie que le vea", se lee en la Epístola moral a Fabio. Y ello es posible porque el gran estilo es preciso, no precioso, ni preciosista; es original, lo que no significa ex nihilo sino ex novo; es buscado, pero no rebuscado; brota de lo estético, sin ser esteticista. El estilo es una cuestión de tensión expresiva, de potencia y no de opulencia, de mimo y no de mímica: de grandeza, y no de grandilocuencia.