Vicente Luis Mora
Esta noticia del Daily Telegraph puede parecer intrascendente, pero tiene más lados oscuros de lo que parece. En principio, significa que Amazon pagará a los escritores que publican su libro digital mediante Kindle Direct Publishing sólo por las páginas efectivamente leídas, penalizando a los prosistas y poetas que no consigan que sus lectores lleguen hasta el final de los textos. En principio el sistema se aplica a los libros "incluidos en los esquemas Kindle Unlimited o Kindle Owners Lending Library", como recuerda Enrique Dans. Algo que logrará la orwelliana multinacional gracias al KENPC (Kindle Edition Normalised Page Count), que viene a ser un instrumento informático de Big Data creado para fiscalizar, controlar, monitorizar o patrullar lo que cada lector de Kindle va leyendo en cada instante. Si el sistema advierte que el libro no es terminado penalizará al pobre escritor, como si no tuviera bastante con lo suyo. Vigilar y castigar. Cómo disfrutaría Foucault de estos tiempos de penuria.
Además de la invasión en la intimidad lectora de los usuarios de Kindle, que suscita consecuencias inquietantes (¿serán vigilados especialmente quienes vuelvan demasiado a las menciones más subversivas de las novelas conspiranoicas, a ciertas páginas de Lolita, a los párrafos más anticapitalistas de los ensayos?), cabe plantear también las -menos importantes, pero es nuestro trabajo- consecuencias literarias de tal decisión. Para empezar, se me ocurre que los autores autopublicados en Kindle extremarán todavía más los burdos procedimientos dirigidos a captar la atención del lector, avanzando en los mecanismos introductorios del storytelling en la narrativa que hemos denunciado en otros lugares. Se primará el espectáculo sobre el arte y los cliffhangers sobre la trama puramente literaria, de modo que las novelas se convertirán en interminables ristras de tensiones sexuales no resueltas y puntos de suspense que sólo te llevan a otros puntos de suspense. Cualquier cosa con tal de que el lector llegue hasta el final y el sistema pase por caja. Leeremos tuits desesperados de literatos rogando a sus lectores que por favor pasen todas las páginas aunque decidan no terminar el libro. Las novelas serán cada vez más breves para asegurarse la lectura completa y todos los autores autopublicados serán César Aira. Los críticos materialistas se estarán frotando ya las manos con las posibilidades de exégesis que brinda un escenario apocalíptico como este, donde las condiciones materiales de la producción literaria aniquilan implacablemente lo literario.
Pero claro, a Amazon jamás le había interesado la literatura. Ni el arte. Ni la filosofía. Ni el teatro. Ni el ensayo. Sólo le preocupa cómo saber más de sus usuarios, cómo saber más de ti. Para poder venderte, porque tú y tus datos sois el auténtico negocio.