Ficha técnica
Título: Trifulca a la vista | Autor: Nancy Mitford| Traducción: Patricia Antón | Editorial: Libros del Asteroide | Género: Novela | ISBN: 9788492663491| Páginas: 264 | Formato: 20 x 12,5 cm. | PVP: 18,95 € | Publicación: Noviembre de 2011
Trifulca a la vista
Nancy Mitford
Publicada en 1935 en pleno ascenso del fascismo en Europa, Trifulca a la vista satiriza a los devotos seguidores del fascismo británico. La mimada Eugenia Malmains, una de las muchachas más ricas de Inglaterra, es una fiel seguidora del capitán Jack y sus camisas tricolores; el cosmopolita Noel Foster y su intrigante amigo Jasper Aspect van a la caza de una rica heredera; y Lady Marjorie, acompañada de su amiga Poppy, ha huido del revuelo provocado por la cancelación de su boda. Cuando estos personajes se unan a las fuerzas vivas locales de un recóndito pueblito inglés en una representación teatral, las tensiones entre fascistas y pacifistas explotarán.
La animadversión que esta sátira del fascismo provocó en alguna de sus hermanas y las delicadas relaciones con ellas, llevaron a Nancy Mitford a prohibir que se reeditara esta novela, razón por la que ha estado fuera de la circulación durante más de setenta y cinco años, hasta que recientemente los herederos de la autora autorizaron por fin una nueva edición.
«Irresistiblemente ingeniosa, Mitford fue una de las más agudas observadoras británicas de las costumbres sociales.» The New York Times
«Una vez leído un libro de Nancy Mitford es imposible escapar al embrujo que su prosa provoca en el degustador de un mundo que acaso ya no existe.» Ricardo Menéndez Salmón
«Mitford tiene el ingenio y el don para resaltar lo absurdo de cada personaje.» The Times Literary Supplement
«Mitford derrocha ingenio y sentido del humor.» The Wall Street Journal
PÁGINAS DEL LIBRO
1
-No, lo siento -dijo Noel Foster-, no es lo bastante atractiva.
Lo dijo con un tono sorprendentemente firme e inapelable y, con una determinación que tampoco era muy propia de él, colgó el auricular del teléfono de su despacho. Se arrellanó en la silla. «Es la última vez», pensó. Nunca más, excepto tal vez en relación con las herederas que tenía intención de perseguir a partir de entonces, volvería a cerrar una larga y aburrida conversación con las palabras «No es lo bastante atractiva».
Ahora que se marchaba del despacho para siempre, ya no tenía una prisa especial por salir de allí. A diferencia de otros viernes por la tarde, no salió disparado hacia la calle; al contrario, se quedó sentado sin moverse y recorrió con una larga y ufana mirada la habitación que durante los últimos dos años había sido su prisión. Con la maravillosa certeza de que no los volvería a ver nunca más, pudo observar con absoluta indiferencia los vitrales (de un alegre color ámbar, llenos de burbujas, como el champán) y los viejos muebles de roble, que componían un marco absolutamente delicioso para los encantos de la señorita Clumps, la mecanógrafa mona, de la señorita Brisket, la mecanógrafa poco agraciada, y del señor Farmer, el encargado. Los integrantes de tan afable trío habían sido sus compañeros de celda durante los últimos dos años, y deseaba sinceramente no volver a verlos jamás. Sin embargo, se despidió de ellos con bastante cordialidad, cogió el sombrero y el paraguas, y entonces, rico y libre, salió a la calle con paso despreocupado.
Desde que la buena fortuna le había sonreído, no había tenido tiempo de dejar su lóbrega habitación alquilada en Ebury Street, y, por costumbre, regresó a ella una vez más. Entonces llamó a Jasper Aspect. Lo hizo sabiendo perfectamente que aquello era un error de primera categoría. Lo más estúpido que puede hacer un chico pobre que acaba de recibir la noticia de una jugosa aunque moderada herencia es llamar a Jasper Aspect.