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Ficha técnica

Título: Solo hechos | Autor: Andrés Trapiello | Editorial: Pretextos | Encuadernación: Rústica | Formato: 23×14 cm | Páginas: 456 | Año: 2016 | ISBN: 978-84-16906-00-0 | Precio: 29 euros

Solo hechos

Andrés Trapiello

PRE-TEXTOS

«In this life, we want nothing but Facts, sir; nothing but Facts!», proclama Thomas Gradgrind en las primeras líneas de Tiempos difíciles. Es el anhelo de todos los entes de ficción, llegar a ser reales. Venderían ellos su primogenitura, el sentido que rige sus vidas en tanto que entes de ficción, con tal de vivir la nuestra, imprevisible siempre y a menudo errática y confusa.

Al revés de lo que le sucedió a Augusto Pérez, protagonista de Niebla, que viajó hasta Salamanca para implorar clemencia a su creador, Miguel de Unamuno, que había pensado dejarlo morir, el que lleva la batuta de estas páginas (que no su protagonista, ya que protagonista aquí sólo es la vida, la música de la vida) suele presentarse de vez en cuando en la calle Conde de Xiquena, en casa de su autor, Andrés Trapiello, cuando advierte que la fe de este en la literatura renquea, para decirle, en primer lugar, que ni se le ocurra hacerle real, ya que gracias a ser pura ficción ha podido contar cuanto ha querido sin graves consecuencias y ha gozado de una libertad e impunidad tales que para sí las quisieran los seres de carne y hueso, incluido el propio AT.; y en segundo lugar, que pasar de inmortal a mortal es, como suele decirse, hacer un pan como unas tortas.

Gracias a su estatuto novelesco, ese ser ficticio ha entrado en todas partes, porque es poco menos que invisible, y ha comprobado que al cabo de un tiempo nadie recuerda lo que dijo o no, y los que lo recuerdan acaban atribuyéndoselo a un ser mitológico. Y si acaso por alguna de las cosas que vio o dijo han querido represaliarle, lo han hecho precisamente en la persona de AT., para regocijo y guasa de su doble, por usar la terminología con que Miriam Moreno llamó a la M. que circula también por estas páginas.

Si Augusto Pérez quería exclamar, como Unamuno, «¡Sueños, sueños!», que es, por paradójico que parezca, el lema de la realidad (no hay verdadera realidad sin sueños, y eso, el soñar, más que el hablar o el contar, es lo que distingue al ser humano de otras fieras y criaturas), el que lleva estos libros sólo se atiene a ese «¡Hechos, sólo hechos!» del señor Gradgrind, consciente de que en ellos, al menos en los que él repara, están escritos además sus sueños.

Visite el «Salón de pasos perdidos» en Facebook, lugar de encuentro de los lectores de los diarios de Andrés Trapiello. 

 

[Comienzo del libro]

SE despertó antes de que hubiera amanecido y me preguntó, ¿duermes? No llegué a responderle. «He tenido una pesadilla; me descubrían un bulto en el vientre y yo estaba de hospitales, arriba y abajo. Entonces me he despertado y he tenido que recordarme, «donde me han descubierto el tumor es en el pulmón, y es benigno», y esto me ha tranquilizado».

Se abrazó a mí. Me preguntó, ¿cuánto crees que quedará para que se haga de día? No sé, respondí; ¿estás más tranquila? Me dijo, «sí», pero ya se había dormido; el sí me lo dio en sueños.

Me levanté para hacer el desayuno, y ella quedó en su reino. En la cocina estaban P. y JL., nuestros amigos médicos. Desayunaban susurrantes junto a la chimenea, como las brasas entre cenizas. No se habían atrevido a avivar el fuego, por si el parloteo de las llamas despertaba a los que seguían durmiendo. Son así de zen. Las despabilé lo más armónicamente que pude, hablando a las llamas como hacía san Froilán al lobo, con dulzura y firmeza, pues no querían tampoco desperezarse.

Había amanecido. El cielo hialino como un diamante de veinticuatro caras, engastado en platino, quiero decir escarcha. Sólo con posarse sobre las cosas las cortaba en dos, pero sin dañarlas, tal y como sale en las películas en las que un espadachín, con un golpe certero de espada, corta a cercén la bujía de un candelabro, sin que se note que la ha cortado. Luego empuja ese trozo de vela con la punta de la espada, y cae. Pues eso es lo que sucedía hoy con este paisaje, que si yo dispusiera de un florete adecuado, habría separado el mundo cortado en dos por la espada luminosa de la aurora, fino acero.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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Andrés Trapiello

Andrés Trapiello  nació en Manzaneda de Torío, León, en 1953, y desde 1975 vive en Madrid. Es autor de ocho novelas, entre ellas Los amigos del crimen perfecto (2003) o Los confines (2009), premiadas con los galardones más prestigiosos a nivel nacional, como el Premio Nadal, e internacionales. También es autor de un diario titulado Salón de pasos perdidos, del que han aparecido veintitrés entregas. Como ensayista ha publicado, entre otras obras, Las armas y las letras (1994, 2010, 2019); es además el autor de la prestigiosa traducción al castellano actual del Quijote, publicada en 2015, y de varios libros de poemas. Ha recibido, entre otros, el premio de las Letras de la Comunidad de Madrid (2003), el de Castilla y León (2011) al conjunto de su obra y el Premio de los libreros de Madrid (2020) por su libro más reciente, Madrid.

Obras asociadas
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