Ficha técnica
Título: Oficio editor | Autor: Mario Muchnik | Editorial: El Aleph | Colección: Personalia, 75 | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-7669-949-2 | Páginas: 336 | Formato: 14,2 x 21,5 cm. | Encuadernación: Rústica con solapas | PVP: 19,00 € | Publicación: 2 Junio de 2011
Oficio editor
Mario Muchnik
Oficio editor es un alegato a favor de una profesión tan antigua como el libro. Mario Muchnik repasa de forma amena y con insólita sinceridad sus vicisitudes en el mundo editorial, desde sus inicios con Robert Laffont en París hasta la publicación de Guerra y paz en Del Taller de Mario Muchnik.
A lo largo de su extenso recorrido por casi toda una vida dedicada a las letras (antes de editor fue físico, y durante toda su vida fue fotógrafo), el autor repasa las particularidades técnicas del oficio: tanto la literatura y su mercado como el papel y la tipografía. Muchnik se detiene en la creación de Muchnik Editores, fundada con su padre en 1973, su aventura en grandes grupos editoriales -como director de Seix Barral o Anaya & Mario Muchnik-, su amistad con autores como Elias Canetti, Primo Levi, Julio Cortázar, Augusto Monterroso o Montero Glez y su complicidad con editores como Giulio Einaudi o Carlos Barral.
Muchnik defiende sin concesiones un oficio amenazado por las delirantes exigencias de rentabilidad de los grandes grupos editoriales y de las cadenas de superlibrerías (los llamados libródromos). Y expone, ante la llegada del libro electrónico, de manera lúcida y divertida en un diálogo póstumo con Robert Laffont, las oportunidades y amenazas que acechan al editor de hoy. Al final responde a la inminencia de la revolución digital definiendo las atribuciones irreductibles e irrenunciables del oficio editor: defender al autor de sus errores y defender al lector de los suyos.
1
El Aleph
Una mañana de noviembre de 2009 recibí una llamada telefónica de Bernat Puigtobella, director de la editorial El Aleph, que forma parte del Grup 62, de Barcelona. Bernat conoce mis libros («mis», en tanto que autor). Me llamaba pidiéndome, para editar él, un libro en que pusiera todo lo que llevo escrito sobre la edición. Y más, si hiciera falta -pero sin llegar al clásico mamotreto de 1.000 páginas.
Se da el caso de que El Aleph es ni más ni menos que el nuevo nombre de mi primera editorial, Muchnik Editores, con la que en 1990 se quedó Juan Seix, revendió a Julieta Lionetti y esta, a su vez y unos años más tarde, al Grup 62. Considere el lector cuánto me sentí halagado por este pedido; halagado y conmovido.
Evitando, en lo posible, el «refrito», el resultado es este tomo del que me siento inmensamente orgulloso. Ojalá, además de conmovedor para mí, resulte útil a algún aspirante a editor.
Haberlos, haylos.
2
Hacer libros
«Hacer libros» puede significar escribirlos o editarlos. Yo he hecho ambas cosas y soy incapaz de optar por lo uno o por lo otro: escribir me divierte tanto como editar, si bien editar tuvo la ventaja de darme de comer.
La tarea de editar es tan diferente de la de escribir como de la de leer. Se escribe en la intimidad, en la soledad. Como se lee. El diálogo del escritor, cuando escribe, es consigo mismo. El del editor no. El editor suele ser el primer lector de un texto. Custodio de la lengua y conocedor de la técnica, tiene el deber de señalar al autor todo lo que un texto pueda tener de chirriante, y de sugerirle cambios que, en su opinión, ayuden a su lectura. En este sentido, el editor es un mediador constructivo entre el autor y el lector. Al autor, que en su tarea suele perder la perspectiva, le conviene escuchar atentamente al editor y, llegado el caso, discutir con él punto por punto. El autor tendrá la última palabra, mejor fundamentada después de haber discutido con el editor. Quien sale beneficiado, por supuesto, es invariablemente el lector.
Una de las primeras tareas editoriales que realicé, es verdad que a instancias mías pero en divertida colaboración con mi padre, fue la de traducir.