Ficha técnica
Título: Moriremos mirando | Autor: Alberto García-Alix | Editorial: La Fábrica | BlowUp Libros Únicoa | Editor: Nacho Fernández | Coordinación: Paola Bragado | Diseño: Erretres | Precio: 24 € | Páginas: 268 | Formato: 14,50 x 22
Moriremos mirando
Alberto García-Alix
Moriremos Mirando recoge la totalidad de la obra escrita por el fotógrafo entre 1987 y 2008. Casi cincuenta textos que van desde su primera colaboración en la revista Sur Exprés hasta el guión definitivo del vídeo De donde no se vuelve, presentado en su exposición antológica en el Museo Reina Sofía de Madrid. Los ensayos contenidos en sus libros de imágenes, las colaboraciones en la revista El canto de la tripulación o sus reflexiones sobre otros fotógrafos y artistas están contenidos en las páginas de este libro, que incluyen además material inédito. Sin duda la publicación de estos textos completos añade un nuevo prisma para el disfrute de la obra fotográfica de García-Alix, pero, sobre todo, invita al descubrimiento de un verdadero escritor.
Su obra, plena de sinceridad y potencia formal, aporta al mundo de las artes visuales una mirada exenta de censuras culturales y morales. Alberto García-Alix destaca por saber captar la historia de los objetos y de las personas, por realizar instantáneas con alma producto del sentimiento.
DEL DESENGAÑO A LA CRUZ
Donde muere la madrileña calle del Desengaño hay una iglesia de ladrillo visto en la cual, aunque el interior esté en obras de remodelación, la labor de apostolado y servicios religiosos sigue funcionando. Pegado a ella tenemos un muro, y allí, elevado como a dos metros del suelo, hay un panel luminoso donde desfilan, una tras otra, letras rojas: MADRILEÑOS… PARA TODOS… IGLESIA DE SAN MARTÍN… YO TE INVOCO, DIOS MÍO… LLEGUE A TI MI SÚPLICA… Exactamente debajo, en lo que aparenta ser el umbral de una antigua puerta, hoy tapiada, una mujer espera. No viste provocativamente, más bien al contrario… ¿Joven?… Quién sabe… Tampoco es bonita, pero sus ojos negros, exageradamente pintados de rímel, buscan siempre el deseo en otros ojos. Si lo encuentran, sabe que allí tiene un potencial cliente. Amigo, no es ni más ni menos que el negocio de la carne. Amor de compra y venta.
La calle del Desengaño es corta, muy corta, y al estar situada detrás de la Gran Vía, parece estar siempre en sombras. Sus bares son pequeños y mal iluminados, con una perenne luz mortecina. Hay también establecimientos muy especializados, de esos que llamamos «de toda la vida»: Casa Reina -modelismo, maquetas, trenes eléctricos, etc.-, o la antigua Casa Riesgo, de productos químicos. Pero para mí, el mejor es una pequeña zapatería al comienzo de la calle que anuncia en su rótulo «Calzados de lujo de mujer», y en su pequeño escaparate, digno de un museo, ninguno de sus especiales zapatos tiene un tacón de menos de cuatro centímetros. Son puro fetichismo y muy acordes al comercio «de la carne» que da carta de identidad a la zona -ese pequeño paseo que hay desde esta calle y sus aledaños hasta la calle de la Cruz-.
«¿Tienes un cigarro?». Se lo doy mientras, de una rápida ojeada, ya sé que ella no me gusta. Dos metros más adelante, al acercarme a otra mujer, sus ojos, que por un momento se quedan clavados en los míos, prometen sexo. Fea del todo no es, pero sí bajita, un poco ancha y con una delantera que se hace notar abultando una chaqueta de lana con pedrería negra. «¿Qué me llevas?», le pregunto. «Tres mil, y la cama son mil más.» En segundos, mientras intento pensar, y no pienso, si me interesa esperar a ver a otra, me promete: «Sin prisas, lo pasarás bien…». Y me oigo decir: «Vamos».