Ficha técnica
Título: Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía | Autor: John Gray | Traducción: Albino Santos Mosquera | Editorial: Sexto Piso | Dimensiones: 15 x 23 cm | ISBN 978-84-16677-47-4 | Fecha: may-2017 | Precio: 24,90 euros
Misa negra
John Gray
El filósofo John Gray argumenta que las ideas que estructuran y dan sentido a nuestras sociedades -principalmente la idea de progreso-, en realidad son una continuación de la estructura de pensamiento religioso.
Paradójicamente, la puesta en práctica de utopías que producirían una especie de paraíso en la tierra es parcialmente culpable de algunas de las mayores calamidades contemporáneas, como lo demuestra el caos producido en Oriente Medio por invasiones llevadas a cabo con el fin de «exportar» la democracia.
Como resultado, lejos de vivir una época en donde las ideologías ya no determinan nuestra existencia, es posible que, al negar su impacto real, nos encontremos bajo su dominio como nunca antes en la historia de la humanidad.
1. LA MUERTE DE LA UTOPÍA
La política de la Edad Contemporánea constituye otro capítulo más de la historia de la religión. Los momentos de mayor agitación revolucionaria que tanto han influido en gran parte de la historia de los dos últimos siglos fueron también episodios de la historia de la fe religiosa: lances encuadrados dentro de la prolongada disolución del cristianismo y el ascenso de la religión política moderna. El mundo en el que nos encontramos en pleno comienzo de un nuevo milenio está lleno de escombros de proyectos utópicos que, aunque fueron formulados en términos laicos que negaban la verdad de la religión, funcionaron en la práctica como formas de transmisión de los mitos religiosos.
El comunismo y el nazismo afirmaban basarse en la ciencia: en el caso del primero, se trataba de la falsa ciencia del materialismo histórico, y en el nazismo, del fárrago del «racismo científico». Pese a que tales tesis eran fraudulentas, el uso de la pseudociencia no cesó con la caída de los totalitarismos que culminó con la disolución de la urss en diciembre de 1991, sino que tuvo continuidad en las teorías neoconservadoras que afirmaban que el mundo converge hacia una única forma de gobierno y un mismo sistema económico: la democracia universal (o un libre mercado global). A pesar de haberse ataviado con los ropajes de las ciencias sociales, lo cierto es que la creencia de que la humanidad estaba a punto de entrar en una nueva era no suponía más que una nueva versión de las creencias apocalípticas que se remontan a los tiempos más antiguos.
Jesús y sus discípulos creían estar viviendo una especie de fin de los tiempos, tras el cual los males del mundo desaparecerían para siempre. La enfermedad y la muerte, las hambrunas y el hambre en general, la guerra y la opresión: todos ellos dejarían de existir después de una batalla que conmocionaría al mundo y en la que las fuerzas del mal serían fulminantemente destruidas. Ésa era la fe que inspiraba a los primeros cristianos y, si bien la idea del «fin de los tiempos» fue reinterpretada por los pensadores cristianos posteriores como una metáfora del cambio espiritual, las imágenes del apocalipsis han sido una obsesión en la vida occidental desde aquellos lejanos inicios.