Ficha técnica
Título: Margen interno. Ensayos y semblanzas | Autor: Juan Malpartida | Editorial: Fórcola | Colección: Señales, 29 | Páginas: 288 | ISBN: 978-84-16247-84-4 | Formato: 13 x 21 cm | Precio: 20,50 euros | Fecha: marzo 2017 |
Margen interno
Juan Malpartida
Toda obra literaria, desde el pequeño artículo de periódico hasta Anna Karénina, supone la existencia de un texto previo. Las religiones del Libro se hacen la ilusión de que esa palabra o texto originario existe, por revelación, y todo lo demás será exégesis, escolio, comentario. Pero ni los textos sagrados ni las mejores obras son del todo en sí mismas. En realidad, para ser obras no pueden ser del todo en sí mismas; para lograrlo han de ser leídas, pero no por un método objetivo que nos ponga de acuerdo a todos, sino por gente diversa, de distintas edades, cultura y psicología, de épocas distintas… Ahí comienza la vida de la obra.
En esta colección de ensayos y semblanzas, el poeta y crítico Juan Malpartida, consciente de las diferencias entre la crítica o el comentario y la obra creativa, rastrea en sus lecturas un «margen interno»: no sólo lo que está fuera, en la orilla, al borde; también lo que está dentro, lo que nos es propio. Es una orilla interior desde la que, habitualmente lápiz en mano, el crítico lee sin dejar de sentir que aquello le compete, tiene que ver con él y, por lo tanto, no deja de hacer biografía incluso cuando lee a Sade o Platón.
Desde su margen el crítico se interna en las obras, y por lo tanto, a pesar de no pocos esfuerzos, no puede ser lo que, con abuso, se denomina objetivo. Quien se acerque a estas páginas, en sus lecturas y digresiones, también leerá a quien las ha escrito, leerá su vida. Por tanto, no encontrará aquí el lector, por limitación o predisposición, una teoría literaria, sino que estos ensayos, críticas y semblanzas sobre Octavio Paz, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Juan Gil-Albert, Alfonso Reyes, Jaime Gil de Biedma, Charles Darwin, Denis Diderot, Claude Lévi-Strauss, George Steiner, Thomas Mermall y tantos otros, son lecturas que pretenden ser búsquedas, homenajes y reconocimientos.
PRÓLOGO
Toda obra, desde el pequeño artículo de periódico a La divina Comedia, el Cántico espiritual, Anna Karénina o El cementerio marino supone, así sea mínimamente, la existencia de un texto previo. Esto no niega la diferencia abismal entre La búsqueda del tiempo perdido y cualquiera de los numerosos comentarios que salieron en los años veinte en la prensa del siglo pasado. Las religiones del Libro se hacen la ilusión de que esa palabra o texto originario ya existe, revelado por la divinidad, y todo lo demás que competa a lo que importa será exégesis, escolio, comentario. Es una forma de detener la recurrencia sin fin que insinúa el hecho de que, ni siquiera las mejores de las obras, son del todo en sí mismas. En realidad, para ser obra no puede ser del todo en sí misma. La condición necesaria es que sea para sí, que esté concebida como un juego a punto de jugarse consigo misma, pero que, al cabo, no puede hacerlo. Algo le falta. Hay obras, o textos, que quieren ser para esto o lo otro, y acaban siéndolo, como lo es un tenedor o un envoltorio. Cumplen una función y en su servicio de puente o medio se agotan y desaparecen. Pero las obras literarias de verdad, lo son porque consiguen ser para ellas mismas, han estado a punto de prescindir de nosotros, como si pudieran ponerse a vivir a sus anchas de espalda al lector. Pero ni la más excelsa de las obras puede disfrutar de esa autonomía. Macbeth no puede decir «soy la que soy». Para serlo ha de ser leída, pero no por un método objetivo que nos ponga de acuerdo a todos, sino por gente diversa, de distintas edades, cultura y psicología, de épocas distintas, y ahí comienza la vida de la obra y la loca guerra de los mil demonios, que no niegan que de vez en cuando se dé el acuerdo y la cordura. Todo lo que hacemos, decimos y escribimos, incluida esta página, supone la existencia de los mil textos, se hace eco de una resonancia milenaria.
Pero hay diferencias entre la crítica o el comentario y la obra creativa, por eso he titulado esta reunión de ensayos y semblanzas Margen interno.