Ficha técnica
Manual de Saint Germain-des-Prés
Boris Vian
El 3 de octubre de 1949 Henri Pelletier, responsable de la colección Guides Verts que publica la editorial Toutain, en la Rive Droite, se encuentra con Boris Vian y le propone escribir una guía del barrio parisino de Saint-Germain-des-Prés. El editor no era consciente de que Vian no iba a elaborar una simple guía para turistas sino un texto explosivo, una enciclopedia de bolsillo con los saberes eruditos y prácticos que todo novato debía asimilar.
Boris Vian, uno de los indiscutibles protagonistas de la vida del emblemático barrio, nos ofrece un viaje inolvidable y nos invita a conocer sus calles, sus cafés, sus manías y sus personajes: de Prévert a Juliette Gréco, de Queneau a Sartre, de Simone de Beauvoir a Camus…
II . La población
Los pobladores de Saint-Germain-des-Prés
Las razas que habitan Saint-Germain-des-Prés son numerosas. Podemos citar:
1. Los autóctonos, a quienes es fácil reconocer porque permanecen casi siempre en la superficie.
2. Los asimilados, que no han nacido en Saint-Germain-des- Prés pero han acabado convenciéndose de lo contrario.
3. Los invasores permanentes, tribus diversas que engloban a una proporción considerable de estadounidenses, suecos, contados ingleses y algunos eslavos.
4. Los incursionistas son manhueques de pura cepa y ciudadanos de diversas regiones de París que pasan breves estancias en Saint-Germain, casi siempre restringidas al subsuelo.
5. Los trogloditas o habitantes permanentes del subsuelo.
Los autóctonos auténticos son muy numerosos y se acantonan en las alturas, desde donde en otros tiempos tenían el mal gusto de vaciar a la calle sus escupideras llenas. Se trata de un pueblo dotado de unas costumbres extraordinarias, pues viven durante el día y duermen por la noche: por norma general se levantan por la mañana, trabajan de ocho a doce y de dos a seis y regresan a sus casas para dormir a la caída del sol. Suelen estar casados, tener hijos, ir al cine los sábados, creer en el ahorro y escuchar la radio. Resulta complicado observarlos en libertad: de un orgullo extremo, no se mezclan con el resto de la población, a la que meten en el mismo saco general de «existencialistas». Ya hemos visto lo que cabe pensar de semejante extensión del término.