
Ficha técnica
Título: Los fantasmas | Autor: César Aira | Editorial: Mondadori | Colección: Literatura Mondadori| Género: Novela | ISBN: 9788439726722 | Páginas: 146 | Formato: 13,6 x 23 cm.| Encuadernación: Tapa blanda con solapa | PVP: 14,90 € | Publicación: 14 de febrero de 2013
Los fantasmas
César Aira
Es el último día del año en un edificio en construcción en Buenos Aires. El edifico contiene seis viviendas de lujo, una por piso, y una alberca en el techo. Los departamentos hubieran debido entregarse ese 31 de diciembre, pero no están terminados. En la mañana los futuros propietarios visitan el lugar, suben y bajan por el edificio acompañados por el arquitecto y los decoradores, mientras los albañiles trabajan.
Alrededor de todos ellos flotan desnudos los fantasmas. Son extrañas y muy naturales presencias en la hueca estructura deshabitada e inacabada. Aquí todo ocurre como si nada ocurriera, como si tuviéramos en las manos un lento relato, esmerado en las descripciones físicas del escenario y de los juegos de la luz dentro de su estructura, extrañamente abstracto en su minuciosidad, y extrañamente tensado por el fantástico vuelo de los fantasmas.
Pero esto es apenas el principio. El genio narrativo de César Aira nos lleva a otra historia, y las páginas que comienzan con los futuros habitantes terminan en la cena de año nuevo de los veladores…Como en otros libros de Aira, sólo al terminar de leer Los fantasmas caerá todo en su sitio y se acrecentarán los significados retrospectivamente, de la manera absolutamente única y propia de este escritor fascinante.
«Uno de los tres o cuatro mejores escritores que escriben en español actualmente.» Roberto Bolaño
«César Aira es uno de los novelistas más provocativos e idiosincrásicos de la literatura en castellano. » Natasha Wimmer, The New York Times
«César Aira el escritor argentino más prolífico (y quizás uno de los dos o tres autores más interesantes de los últimos años) a veces puede parecer un genio y a veces, también. » Diego Gándara, Qué leer
«Lleer a César Aira es siempre una experiencia sorprendente, aunque debe advertirse que su ficción despliega un mundo tan reconocible como original.» Arturo García Ramos, Abc
PÁGINAS DEL LIBRO
El 31 de diciembre a la mañana el matrimonio Pagalday visitó el piso, ya de su pro piedad, en la obra de la calle José Bonifacio 2161, en compañía de Bartolo Sacristán Olmedo, el paisajista que habían contratado para que dispusiera las plantas en los dos amplios balcones del departamento, frente y contra frente. Subieron por las escaleras cubiertas de escombros hasta el nivel de la mitad de la estructura: el piso que habían adquirido era el tercero. El edificio estaba fraccionado en pisos enteros. Además de los Pagalday, había sólo seis propietarios más, todos los cuales se apersonaron esa mañana, la última del año, para verificar los progresos de la construcción. Los albañiles se afanaban visiblemente. Hacia las once, era un caos de gente. Para decir la verdad, era la fecha en que según los contratos debían entregarse los siete pisos terminados; pero, como suele suceder, hubo una demora. Félix Tello, el arquitecto de la empresa constructora, subió y bajó cincuenta veces atendiendo a las inquietudes de los copropietarios, que en general se presentaron acompañados: el que no traía al alfombrista para medir los pisos, traía al carpintero, o al ceramista, o a la decoradora. Sacristán Olmedo hablaba de las palmeras enanas que harían hileras en los balcones, mientras los niños Pagalday corre teaban por las habitaciones sin pisos ni puertas ni ven tanas. Estaban colocando los acondicionadores de aire, antes que los ascensores, que esperaban turno para des pués del feriado. Por ahora utilizaban los hue cos para izar materiales. Con tacos altísimos, las señoras trepaban las escaleras polvorientas y llenas de cascotes; como tampoco estaban puestas las barandas, debían ser especialmente cautelosas. El primer nivel subterráneo era el de las cocheras, comunicado con la acera por una rampa todavía desprovista de su pavimento especial antidesli zante. El segundo, las bauleras o depósitos. Encima del sexto piso, la pileta de natación climatizada y el salón de juegos, con un amplio panorama de techos y calles. Y el departamento del portero, que aunque estaba tan incom pleto como el resto de la obra ya alber gaba, desde hacía meses, a una familia, la del sereno, Raúl Viñas, un albañil chileno de toda confianza, aunque se había revelado un tremendo borracho. El calor era sobrenatural. Asomarse desde allí arriba, peligroso. Faltaban los vidrios que cerca rían toda la terraza. Los visitantes retuvieron a los niños lejos de los bordes. Es cierto que los ambientes en cons trucción parecen más chicos de lo que resultan una vez que están colocadas las ventanas, las puertas y los pisos.