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Ficha técnica

Título: Las moscas del capital | Autor: Paolo Volponi |  Traducción: Juan Manuel Salmerón |  Editorial: Sexto Piso| Colección: Narrativa |Año de publicación: 2015 |  ISBN: 978-84-16358-16-8 | Páginas:368 | Formato: 15 x 23 | Precio: 24 euros  | 

Las moscas del capital

Paolo Volponi

SEXTO PISO

Bruto Saraccini (trasunto novelesco de Paolo Volponi) desea promover una reforma democrática y humanista en mfm, empresa en la que trabaja, aunque no tardará en descubrir que sus innovadoras propuestas de cambio no suscitan precisamente la adhesión entusiasta de nadie, y aún menos la del propio presidente de la compañía, Ciro Nasápeti, o la de otros directivos, más preocupados por las ganancias que por la justicia social. Así las cosas, Saraccini se verá inmerso en una interminable carrera de obstáculos hacia ninguna parte.

Sátira desencantada y profética, Las moscas del capital, la última novela que escribió Paolo Volponi (publicada en 1989, cinco años antes de su muerte), es un dramático balance personal de su autor (que fue jefe de personal y de relaciones empresariales en Olivetti, y luego, durante un corto período de tiempo, trabajó para fiat), a la vez que la alegoría de un mundo en vertiginosa transformación, un mundo que se dirige a ese cambio de paradigma que años más tarde se conocería como «globalización».

Volponi retrata con lucidez el hundimiento de la industria como bien público y base del desarrollo democrático de un país y el auge de un nuevo orden político-económico que privatiza los beneficios mientras socializa los costes de su ilimitada voracidad, y, también, el advenimiento de la era del capital financiero, que triunfa sobre cualquier otra actividad, como si tuviera una metafísica propia y un dispositivo de legitimación teológica. Nada que no estemos sufriendo plena y dolorosamente a día de hoy, décadas después de que este libro viera la luz. Como acertadamente señala Massimo Raffaeli en el prólogo: «Discípulo y colaborador de Adriano Olivetti, al que está dedicado el libro, el escritor intuye que la relación entre la industria y la polis se ha roto definitivamente; amigo y compañero de viaje de Pasolini, se ve obligado a reconocer que todo potencial de Progreso se ha transformado en la pura dinámica del Desarrollo, como si la obligación de consumir hubiera sustituido a la democracia».

«Una novela que rompe los límites de lo novelesco para convertirse en fábula, alegoría, melodrama, poema caballeresco». Giovanni Raboni

«Su última y tal vez su mejor novela […] es el libro que presagia un cambio de fase trascendental, cuando la palabra «globalización» aún no existía». Massimo Raffaeli

 

PRIMERA PARTE

I

Saraccini mira desde lo alto de la colina la gran ciudad industrial que se extiende por el llano y que la noche parece proyectar más allá de sus límites, hasta perderse entre los reflejos del río y los humos del campo.

     Está sereno y goza satisfecho de la vista y del silencio. «Sí, el silencio es otro gran general», se dice a sí mismo y le dice al universo. Siente que el espacio circundante, que con cada ruido parece contener la respiración, lo entiende, lo obedece y lo felicita por ser casi rico, por estar casi enamorado, por ser aún joven y fuerte, el primero de su ciudad ejemplar y hasta de la región, el más inteligente, equilibrado y capaz de los directores de su gloriosa Compañía.

     La gran ciudad industrial llena la noche sin luna. Faltan tres horas para que amanezca. Todo o casi todo el mundo duerme, e incluso quienes yacen despiertos están como perdidos y desmemoriados; todo -animales, hombres, edificios- está quieto; están quietas las calles, los barrios, los prados del fondo, los arrabales, los cultivos que se extienden a los lados de las zanjas y a orillas del río; el río que, aunque no duerme, no se ve, envuelto como está en la noche. Tampoco se ven las grandes antenas de radio y de radares de la colina. Pasa un tranvía nocturno por el centro y el estrépito es como un ruido en mitad de un sueño. Los hombres, las familias, los guardias, los soldados, los oficiales, los policías, los estudiantes duermen, y hasta los obreros duermen: ni siquiera se oye a los de los turnos de noche, ni a los de los turnos de guardia, ni a los que hacen la ronda por los pasillos y bajo las bóvedas de los grandes almacenes.  Casi todos duermen bajo los efectos del Valium, del Tavor o del Rohipnol.

    Y duermen también las instalaciones, los hornos, las tuberías, duermen las cintas transportadoras de las escaleras automáticas que depositan los compuestos químicos en las cubas de pintura o en las pilas de las témperas. Duerme la estación de trenes, duermen las farmacias nocturnas, las puertas y las antesalas de urgencias, duermen los bancos: las ventanillas, las mesas de despacho, los cajones, el correo neumático, las cajas fuertes, las salas blindadas; duermen el oro, la plata, los títulos industriales; duermen los cheques, los certificados mobiliarios, los bonos del tesoro. Duermen los mozos con las manos en el mandil o dentro de sacos de serrín. Duermen las prostitutas, los ladrones, los explotadores, las bandas organizadas, los sardos y los calabreses; duermen los curas, los poetas, los editores, los periodistas, los intelectuales; ¡cuánto café, alcohol, tabaco habrán consumido en esas horas! Y mientras todos duermen, el valor aumenta, se acumula segundo a segundo en el exterior o en el interior de los edificios.

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Paolo Volponi

Paolo Volponi nace en Urbino en 1924. Se doctora en Derecho y, en 1948, publica su primer libro de poesía, Il ramarro. En 1950 entra en Olivetti, sita en Ivrea, donde trabajará veinte años, llegando a ocupar los máximos cargos directivos. En 1954 traba amistad con Pasolini. En 1955 publica su segundo libro de poesía, L'antica moneta, y en 1960, el tercero, Le porte dell'Appennino. En 1962, publica su primera novela, Memoriale, seguida, tres años después, de La macchina mondiale, que obtiene el premio Strega. En 1972 viaja a Turín, donde Umberto Agnelli le encarga un estudio sobre la relación entre la fábrica y la ciudad, y donde empieza su por lo demás breve colaboración con la fiat. Publica cuatro novelas seguidas: Corporale (1974), Il sipario ducale (1975, premio Viareggio), Il pianeta irritabile (1978) y Il lanciatore di giavellotto (1981). En 1983, es elegido senador; su labor parlamentaria se prolonga hasta 1993, cuando la interrumpe por razones de salud. En 1986, publica otro volumen de poesía, Con testo a fronte, y en 1989, Le mosche del capitale. En 1991 obtiene nuevamente el premio Strega con La strada per Roma, novela escrita en los años cincuenta. Muere de un infarto en Ancona en 1994.

Obras asociadas
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